La presencia de la mujer en la industria vitivinícola es realmente histórica pero es cierto que en las últimas décadas hemos empezado a tener mucha más visibilidad. Es decir, pareciera que ahora salimos de abajo de las piedras para copar el mundo del vino pero la verdad es que el Champagne francés no hubiera sobrevivido si no fuera por las tremendas mujeres que hicieron historia en momentos en los cuales las mujeres fuertes y emprendedoras quizá no eran tan bien vistas.
Afortunadamente hoy podemos celebrar que cada vez más mujeres eligen trabajar en esta industria en la que el detalle del ojo femenino es una gran fortaleza. Y que el mundo está más preparado para poder recibir que las mujeres dejamos huella en todo lo que hacemos. Por eso las mujeres son indispensables en el viñedo en el momento de la cosecha, ya que sus manos y sobre todo sus detallistas ojos facilitarán el trabajo una vez que las uvas lleguen a la bodega. Donde nuevamente más mujeres serán las que, en general, reciben las uvas en las mesas de selección, para que cada granito que ingrese a la bodega sea aprobado por esas manos y ojos expertos. Claro que también hay que nombrar a las agrónomas que todo el año velan para que cada racimo llegue a buen puerto para que las enólogas con toda su alquimia y su arte puedan transformar el jugo de las uvas en vino. Y recién ahí, con el vino terminado llegará el momento en el que las sommeliers nos sumamos para comunicar el inmenso trabajo que hay detrás de cada botella. Para contar que cuando nos sentamos a disfrutar una copa de vino, detrás de cada botella hay muchas historias de mujeres que hicieron enormes esfuerzos para recibirse, para sostener sus puestos de trabajo y algunas también hacemos increíbles malabares para trabajar cada día de lo que amamos al mismo tiempo que maternamos. Pero se predica con el ejemplo, así que pese al inagotable cansancio que algunas veces podemos llegar a sentir, esa es la mejor forma de inculcar a nuestros hijos que las mujeres hoy afortunadamente podemos ser lo que tengamos ganas de ser.
