Opinión

Lo social, entre la política y la economía

No siempre los programas gubernamentales que se anuncian para generar ocupación son efectivos. Por lo general, estos planes apuntan a la construcción de viviendas, por ejemplo, como políticas tendientes a crear condiciones para motorizar a la industria y fomentar la producción interna en las provincias, con políticas y acciones destinadas a explotar los recursos potenciales de las provincias, combinando para ello proyectos gubernamentales con los sectores empresariales locales (parques industriales, producción agropecuaria, mercados comunes del interior, etc.). De ahí debe partir el esfuerzo para poner en marcha una reactivación económica genuina.

 

Hablar de seguridad social no significa que el Estado tenga que actuar de un modo “paternalista” con dádivas y erogaciones no recuperables. Seguridad social es establecer políticas que determinen una conjunción de factores dispuestos a poner en marcha emprendimientos productivos. Para esto, es indispensable la participación del gobierno con los sectores dispuestos a encarar proyectos de desarrollo. Y, por supuesto, pensar en inversiones para la producción sin limitarse a la especulación financiera, sin resultados para un crecimiento económico genuino.

 

Volviendo en concreto al tema que abordamos. No es el caso crear la imagen del desempleo y la pobreza como propia de los países subdesarrollados. La Argentina no es un país subdesarrollado, sino descapitalizado; y descapitalizado por obra y gracia de una política económica que durante mucho tiempo —a través de diferentes gobiernos— nos colocó al borde del abismo. Esa descapitalización que tantas veces hemos padecido, fue la que “motorizó” la inestabilidad social, fruto de la paralización o recesión industrial; del mal manejo del comercio exterior y de la enajenación —a precio vil— de importantes fuentes de trabajo. En esta etapa que atravesamos ahora, la economía no debe ser excluyente de la política —ni ahora ni nunca—. No puede dejarse en manos de la economía el sentido social que debe tener la política. La política y la economía no pueden de ninguna manera ser dominantes, excluyentes y suficientes en sí mismas. Deben estar subordinadas a los principios superiores de la vida. No es sino entonces cuando cumplen su misión, que es la de servir al hombre desde la perspectiva de la justicia social.

 

Por otra parte, el crecimiento desigual de las actividades económicas, amén de generar un sinnúmero de situaciones de injusticia social e incluso de degradación de la población en vastas zonas, implica una necesidad intrínseca al desarrollo.

La Argentina está necesitando que se busque amoldarla a su propia realidad y se configure un ideario de comunes objetivos al que todos sin excepciones brinden apoyo.

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