Opinión

Estanflación... ¿m... por un elefante?

Por Federico Scrimini

 

Un artículo del diario Ámbito Financiero del viernes hacía referencia a esta expresión, dicha por un funcionario del Gobierno nacional. Estar “meados por un elefante” significa tener la mala suerte de que el escenario mundial y una serie de factores que no tienen nada que ver con el modelo implementado por ellos mismos están conformando una tormenta perfecta, que nos está haciendo pasar este mal momento económico, social y político. La sequía, el precio del petróleo, la tasa de interés de Estados Unidos y hasta la guerra comercial declarada por Trump a China. ¿Será para tanto? Veamos qué más hay bajo el agua.

 

La agencia internacional Moody’s, el miércoles último informó, analizando la crisis financiera internacional de esa jornada, que la Argentina ocupa la lista “algo deprimente” de países castigados junto a Ghana, Turquía, Mongolia, Pakistán, Sri Lanka y Zambia. Es decir que, a pesar del préstamo récord del FMI de los 50.000 millones de dólares y después de que pasara el país a ser “emergente”, seguimos siendo vistos como poco confiables por los mercados y sus operadores. Inclusive algunos ahora intentan explicar que estas dos “buenas noticias” en realidad terminaron de mostrar fronteras afuera que el país “no está en condiciones” de continuar peleando la batalla contra los operadores que querían salir del mercado local usando las reservas internacionales.

 

Por otro lado, continúa la sangría. Esto ya no es una corrida bancaria, es una “huida colectiva”. La fuga de dólares es récord y el valor del dólar también. El viernes, el dólar futuro a diciembre cotizaba a $ 34 por dólar. Parece que no hay techo al dólar, no importa cuánto ponga el Banco Central de reservas para frenarlo.

 

La situación de la economía hoy es complicada. La inflación que provocan la devaluación y los aumentos de las tarifas se asienta en un marco de recesión-caída del PBI. Es decir, un escenario de estanflación (con lo que tanto asustaba la oposición durante el gobierno anterior y nunca antes pudo conseguir). Sumado a esto, el déficit en cuenta corriente externa sigue siendo récord (importaciones mucho mayores que exportaciones). Es decir, lejos de conseguir los dólares genuinos para pagar deuda, los seguimos perdiendo, cada vez a mayor velocidad.

 

Además, acaba de salir un informe en la revista del mismísimo FMI en el cual la Argentina figura en 5° lugar entre los países más fugadores seriales de dinero en negro hacia las guaridas fiscales (paraísos), ocultando el patrimonio al fisco. Los cálculos al respecto indican un mínimo de 230.000 millones de dólares de argentinos en guaridas fiscales, pero hay estimaciones de cerca de 500.000 millones de dólares afuera (¡Ah, este habrá sido el PBI que se robaron!).

 

Este panorama se veía venir desde un año antes de asumir Cambiemos el gobierno. Cuando los futuros posibles integrantes del gabinete expresaban en ciertos ámbitos las propuestas a seguir.

Cuando a principios de este año los mercados financieros internacionales le negaron más crédito a la Argentina, ya veían las complicaciones que hoy sufrimos. Por eso tuvimos que acudir al prestamista de última instancia, el FMI. La pregunta que todos comienzan a hacerse es ¿adónde terminarán los dólares frescos que vengan del Fondo?

 

Con todo lo que hoy sabemos nosotros mismos y saben afuera, en el mundo entero, ¿todavía nos queda alguna duda? No está de más la preocupación porque lo que sí sabemos es que esa deuda y toda la otra la pagaremos entre todos los argentinos.

¿Hasta dónde retrocederemos en la distribución del ingreso y cuánto patrimonio del Estado rifaremos? Esa es la gran duda.

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