por Daniel Kiper
Infobae
El fútbol argentino necesita dirigentes, no mercaderes. La diferencia entre unos y otros es clara. Fácil de entender. Los dirigentes sueñan, proyectan, construyen, luchan, no se resignan ni claudican, conducen y son forjadores del porvenir. Los mercaderes, en cambio, venden, compran y pactan. Venden: nuestras esperanzas, nuestras ilusiones, nuestros derechos. Compran: palabras, silencios, voluntades.
Los mercaderes no luchan, sino que pactan. Pactan espacios de poder. Figuraciones. Para que nada cambie y todo siga igual. Actúan en defensa de sus privilegios, prebendas, comisiones y negociados. En la rica historia de nuestro fútbol sobran ejemplos de dirigentes. Fueron Leopoldo Bard, Esteban Baglietto, el padre salesiano Lorenzo Massa, que con esperanzas, solo con esperanzas, fundaron los clubes que con el correr del tiempo y el aporte de otros dirigentes hicieron grande al fútbol argentino.
Dirigentes fueron Antonio Liberti, José Amalfitani y muchos otros que hicieron su aporte desde el anonimato, en silencio, pero siempre guiados por objetivos altruistas y principios de solidaridad, y con trabajo, esfuerzo y honestidad construyeron estadios, gimnasios, escuelas y foros culturales, en todos los rincones de la patria.
Los mercaderes, en cambio, son aquellos que piensan solo en términos de negocio. No dejan obras, sino fachadas. No aumentan el número de asociados, los disminuyen. Financian a barras violentos e impiden que vos, yo y cada hincha asistamos a los partidos que nuestro club disputa en calidad de visitante.
Los mercaderes actúan, a veces, en primera línea, otras, en las sombras. Todo depende de las circunstancias. Es más, en ocasiones, los mercaderes se reciclan presentando como caras nuevas a sus antiguos amigos. Por eso, en ocasiones van juntos y en otras actúan como si estuvieran enfrentados.
La cuestión es mantener vivo el negocio. Y votan para elegir autoridades. Pero solo ellos votan y solo ellos pueden postularse. Aun así, fieles a sí mismos, empatan 38 a 38, a pesar de que votaron 75 asambleístas. Ganan tiempo y pactan. Malgastan nuestros recursos sin explicaciones ni rendiciones de cuenta.
Los socios de los clubes, que somos el verdadero sostén económico y afectivo del fútbol argentino, no tenemos acceso a la documentación, ni a la contabilidad ni a sus papeles respaldatorios. Siempre se excusan ante los fracasos anunciados. La culpa será de los futbolistas, de los técnicos, de los periodistas, de los hinchas o de todos. Nunca de ellos, a pesar del notorio desorden o de las pruebas de corrupción que llueven desde el norte de nuestro continente. Nadie investiga. Nadie se sonroja, so pretexto de que las transcripciones del FIFAgate están en inglés.