Con el dólar pasando los $40 el jueves y millones licuados en la megadevaluación, los “poderes fácticos” empezaron a reclamar que alguien pague los platos rotos en la Casa Rosada.
El universo dio la vuelta para el influyente jefe de Gabinete Marcos Peña: en esta crisis, la cabeza reclamada fue la de él, en una suerte de expectativa de cambio de rumbo en las decisiones. Los “poderes fácticos” son impiadosos porque antes, todo iba bien y Peña representaba el amarillismo puro e incontaminado del macrismo que llevaba a al Presidente rumbo a otros cuatro años de gobierno y sin deberle nada a nadie.
Macri sostiene a Peña, tras las fuertes versiones de su salida en que terminó la semana. Lo considera su principal colaborador. Después de Peña además, está él mismo, y el desmadre de los mercados se produjo tras un mensaje del propio Presidente, al que nadie le creyó.
En esta crisis con final abierto, y en la que todo puede empeorar, ha vuelto a reflotar al ala más política del oficialismo, la que quiere mayores acuerdos la oposición para tirar el carro hacia adelante, hoy hundido en el barro. En ese núcleo proclive a ampliar los márgenes están la gobernadora María Eugenia Vidal, y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta. También el ministro Rogelio Frigerio (candidato a reemplazar a Peña) y el titular de Diputados, Emilio Monzó.
“Se trata de compartir poder”, resume una alta fuente de Adn macrista irreprochable.
No refieren a un “gobierno de coalición” o simplezas por el estilo. Tampoco hay sectores del PJ afanosos por quedar pegados al experimento macrista que tan bien anduvo hasta abril, cuando la fuga de capitales que aun no se detiene, estalló por los aires todos los planes.
Aunque el kirchnerismo se cansaba de denunciar los males del gobierno, en perspectiva quedó claro que aquello era “gradualismo”. Hoy desde Wall Street se reclama una política de shock, como si la megadevaluación ya realizada -y que no terminó- hubiera sido fuego de artificio.
La pulverización de los salarios y la magnitud del impacto sobre la economía recién empiezan a verse, y ya se hacen comparaciones con la gran crisis de 2001-2002.
La pobreza que dio a la baja con 25,7% en el segundo semestre de 2017, superará los 30 puntos, y acaso se situará entre 32 y 34%, cuando se conozca la nueva medición en algunas semanas. No mostrará lo peor, ya que medirá el primer semestre de este año. Y la mayor pendiente arrancó en junio y julio.
La sobrevivencia del gobierno dependerá además de lograr acuerdos con el PJ, de dejar de lado dogmatismos como la promesa de baja de retenciones al campo. El contexto cambió. La suba de retenciones se impondría no sólo para recaudar sino para equilibrar precios internos.
El final no está escrito. Los gobernadores del PJ que antes se sentían amenazados en sus chances de reelegir, ahora tendrían terreno despejado. Sería parte de las condiciones subterráneas al macrismo debilitado para apoyar desde el Presupuesto 2019 de “ajuste” hasta la gobernabilidad en lo que queda de la gestión Macri. Que notablemente, pese a todo, y si el huracán pasa, también podría ser reelecto el año que viene.