Policiales

Hace un año, Yésica y su madre, Felipa, fueron asesinadas a escopetazos

 Era el 11 de enero de 2021, el Servicio Meteorológico vaticinaba para la provincia un “día infernal”. La ciudad de Monte Quemado –Copo- estaba “apagada” por el calor imperante. Las calles estaban en silencio. Pero la tranquilidad de ese día, se vio alterada con el estampido de dos disparos y los gritos ahogados de ayuda de una mujer. Luego, se escucharon las sirenas de los patrulleros y de las ambulancias. Dos mujeres fueron asesinadas a sangre fría. Madre e hija sufrieron el mismo destino. 

El trágico fin de la vida de Yésica Viviana Palma estaba marcado el mismo día que decidió abandonar a su pareja, Jorge Fecha Vidal (30 años). Corría la mañana del 30 de diciembre de 2019, cuando Yésica y su pareja desde la adolescencia y con quien tenía un hijo de 2 años, decidió escapar de una muerte segura. Ese día, la joven madre cumplía sus 23 años. Mantuvo una fuerte discusión con Jorge, por lo que éste la agredió. No era la primera vez que la golpeaba, por lo que Yésica estaba decidida a huir de ese calvario. Tomó a su hijo y sus pertenencias y se dirigió a la casa de su madre, en el barrio El Porvenir de Monte Quemado. 

Felipa Antonia Correa —de 39— no le preguntó nada a su hija. Solo la recibió en su hogar y la saludó por su cumpleaños. Ese día realizaron un pequeño agasajo en familia. Ese día, en la casa que habían compartido durante tres años, Fecha Vidal tomó una fotografía de Yésica. Abrió la puerta del ropero de su habitación y armó un altar a “San La Muerte”, de quien era devoto confeso. Puso la fotografía de la joven y comenzó a rezarle. Le pidió a su santo que “hiciera volver a su lado a la mujer”. Luego, le ofrendó la vida de varias personas, a cambio de ese “favor”. 

Pasaron los días. Fecha Vidal estaba desesperado porque Palma ya no le dirigía la palabra. Había perdido contacto. Decidido, comenzó a idealizar un plan de venganza por “el desamor de su amada”. Se dirigió a la casa de un vecino y le pidió prestada una escopeta. Le dijo que “iba a salir a cazar el fin de semana”. El vecino le prestó el arma. Se llevó una escopeta calibre 16 milímetros el viernes 9 de enero y se habría internado en el monte. 

El lunes regresó al pueblo. Llegó a la casa de su exsuegra. Felipa estaba preparando el almuerzo, mientras esperaba a sus hijos que trabajaban en un aserradero de la zona. Le preguntó “dónde estaba Yésica” y luego, tras la respuesta que “estaba en la casa de una amiga”, se retiró. Al cabo de diez minutos, Fecha Vidal regresó al inmueble y le disparó en el pecho con la escopeta. Felipa ingresó malherida a la casa. Falleció antes de ingresar al hospital local. Uno de los hijos de Felipa intentó enfrentar al femicida. Pero éste extrajo de entre sus pertenencias un puñal. Estaba decido a matar a quien le impidiera llegar a Yésica. Hasta le habría realizado disparos a su excuñado.

Luego, el homicida se dirigió hacia donde estaba Yésica Viviana Palma (23). La encontró junto a su hijo charlando en la vereda de la vivienda de una amiga. Mantuvieron un cruce de palabras y luego le disparó con la escopeta. Yésica, ante la mirada de su hijo de 2 años, se desplomó sobre un charco de sangre y murió. El femicida se presentó en la comisaría, donde se entregó. Además, entregó el arma de fuego. 

En el camino, el asesino habría vociferado que “tenía que entregar más vidas”. 

Desde ese 11 de enero, la vida de la familia Correa-Palma cambió para siempre. El dolor por la irreparable pérdida de dos madres luchadoras, los marcó para siempre. Desde ese día, el agresor se encuentra detenido y esperando el juicio en su contra por el doble femicidio. 

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