Opinión

A tenor de los mitos y las verdades del Mercosur

El Mercosur no está muerto. Durante la última década, el comercio intrazona ha oscilado entre el 13 y el 16% del total de las exportaciones.

 

Este valor, que aparenta ser bajo, no lo es cuando se considera el peso de las economías del Mercosur en el mundo. El avance de acuerdos como el TPP son un desafío para el bloque, pero fortalecer el Mercosur en vez de flexibilizarlo puede ser una mejor idea frente al regionalismo del siglo XXI.

 

“No sirve”

 

¿Qué funciona y qué no funciona del Mercosur? Mientras que desde la perspectiva de la política comercial el Mercosur ha presentado un bajo nivel de coordinación respecto de la unión aduanera —la cual, es cierto, está plagada de excepciones—; los flujos del comercio se han mantenido relativamente estables; ello, a pesar de las diferencias que observadas en la dimensión de coordinación política.

 

Durante la última década, el comercio intrazona ha oscilado entre el 13 y el 16% del total de las exportaciones de los países del Mercosur, con un valor promedio del 14%. Este valor, que aparenta ser bajo no lo es cuando se considera el peso de las economías del Mercosur en el mundo: las exportaciones de los miembros del Mercosur a sus socios intrazona son hasta 8 veces más relevantes de lo que tales socios son en el mundo.

 

“No importa”

 

Los intercambios dentro del Mercosur presentan una mayor agregación de valor que el resto de las exportaciones de las mismas economías. No obstante, salvo pocas excepciones —como la del sector automotriz, que tiene un régimen especial—, en el comercio de manufacturas industriales, predominan los bienes finales por sobre los insumos, lo que indica bajos niveles de integración productiva.

 

El poder de negociación de los países del Mercosur depende del tamaño de sus mercados, el cual se potencia con la cohesión del bloque regional. Negociando por separado sus mercados son menos atractivos.

 

La eliminación del arancel externo común contribuye a incrementar las asimetrías de los países, y a endurecer los requisitos de competencia de los países de la región. Su eliminación posibilita que, por ejemplo, luego de negociar acuerdos por separado, los productos argentinos tengan que competir en Brasil con bienes originados en otros mercados —EE.UU., la UE o China—, los cuales hayan accedido con condiciones más favorables a las propias.

 

Un flete marítimo de un contendor promedio hacia China no varía sustancialmente su costo si parte del puerto de Buenos Aires o del puerto de Valparaíso —y de hecho en algunas agencias consultadas, el costo desde Buenos Aires podía ser menor—. Sin embargo, los costos de transporte interno de la Argentina son mucho más caros.

 

Ser miembro observador de la Alianza del Pacífico no implica ningún cambio de políticas. Es un acto simbólico. Paraguay y Uruguay ya son miembros observadores de la Alianza del Pacífico. De hecho, la Alianza del Pacífico posee 4 miembros plenos y 49 observadores

 

“La convergencia con la Alianza del Pacífico es una iniciativa novedosa”

 

Aproximar la Alianza del Pacífico y el Mercosur no es nuevo, sino que bajo el lema de “convergencia en la diversidad” viene siendo tratado desde el año 2014. De hecho, el Mercosur presentó un “Plan de Acción” a tales fines, con el acuerdo de los gobiernos anteriores tanto argentino como brasilero. Se trataba de identificar espacios de acuerdos posibles que reconocieran y permitieran la coexistencia de las diversas estrategias de desarrollo

 

“Es necesario negociar con la Alianza del Pacífico para tener una integración profunda”

 

Es posible, pero no necesario. La mayoría de los temas llamados de “integración profunda” como normas técnicas, estándares de calidad, regulaciones para compras gubernamentales, son aspectos que de querer hacerlo —y de contar con el aval legislativo para ello— los gobiernos pueden hacer de manera unilateral.

 

“El Mercosur permanece estancado en una régimen propio de la década del 70”

 

En muchos de los temas de las “nuevas agendas” el Mercosur posee algún tipo de compromiso asumido en el ámbito regional, aunque bien puede distar en términos de ambición de aquellos establecidos en las agendas del TPP y del TTIP. El problema es que no se cumplen: no se internalizaron o no se aplican

 

“El Mercosur necesita adecuarse al regionalismo del siglo XXI”

 

No en el corto plazo, pero sí en el mediano y largo plazo.

 

Un Mercosur estancado pierde valor para los gobiernos, para las empresas y para la sociedad. El avance de acuerdos como el TPP implica un desafío para el bloque en el mediano plazo, una vez que se asume que es un fenómeno en expansión con impacto en la estructura de la gobernanza del comercio mundial.

 

En términos comerciales, ello implica que las pautas de cooperación que estableció el Mercosur cubrirán menor cuota del comercio de los países miembros; y en términos políticos, que el Mercosur tendrá menor posibilidad de influir en la generación de nuevos regímenes comerciales, debido a su menor experiencia y sus mayores costos de adaptación. Fortalecer el Mercosur en vez de flexibilizar el Mercosur puede ser una mejor idea frente al regionalismo del siglo XXI.

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