Opinión

El Niño y los gases de efecto invernadero son récord

Niño
Crédito: Los fenómenos climáticos extremos están en todo el mundo.

El balance de las temperaturas globales durante el primer semestre del año en curso ha alcanzado picos tórridos inéditos en la historia de las mediciones meteorológicas. Las temperaturas máximas veri­ficadas en el Oriente Medio superaron las mediciones máximas conocidas y en dos puntos geográficos batieron récords recientemente: 54º C en Mitribah (Kuwait) y 53,9º C en Basora (Irak).

 

Los principales centros meteorológicos del planeta destacan que 2016 ha reflejado notable­mente un incremento debido a la acción potenciada de la corriente u oscilación oceánica El Niño.

Pero también afirman que en su mayoría los récords verificados son resultado del exceso de calor acumulado en la atmósfera te­rrestre por acumulación de gases de efecto invernadero.

 

En Estados Unidos, la Adminis­tración Nacional Oceánica y At­mosférica (NOAA, en inglés) in­formó en su índice anual que “la actividad humana ha incrementado el efecto directo de calenta­miento por dióxido de carbono en la atmósfera en un 50% por encima de los niveles preindustriales durante los últimos 25 años”. Las naciones del globo han llegado a coincidir en la necesidad de establecer una meta para mantener el calentamiento por debajo de los dos grados centígrados se­gún la temperatura de la época preindustrial.

 

La encrucijada que la crisis cli­mática plantea a la humanidad consiste en continuar por los sen­deros de capitalismo, “cada vez más depredador y mortífero, o en cambio emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida”. Caso contrario, reconocen que el recalentamiento incidirá en el incremento del nivel de las aguas de los mares, el desbaratamiento de los ecosistemas y la inducción de eventos climáticos extremos y destructivos.

 

Las mediciones mensuales di­fundidas por la agencia espacial norteamericana NASA han pre­visto que con el ritmo imperante en la actualidad se corre el riesgo de sobrepasar todos los índices graves constatados durante el año 2015. Ya en abril pasado, la NASA había informado que ese mes fue el más caluroso desde que se lleva registro, con el margen más ele­vado de la historia.

 

Desde entonces eso viene repi­tiéndose en una sucesión de doce meses, donde cada mes quebró el récord de temperatura estableci­do para idéntico período en el pasado. La respuesta internacional ante las potenciales catástrofes del cambio climático se corporizó con el llamado Acuerdo de París, re­dactado en diciembre de 2015 y firmado en abril de 2016 por 175 países, objetados en muchos ca­sos por no poseer cláusulas vincu­lantes.

 

Junio de 2016 ha marcado ré­cords de calentamiento atmosféri­co y oceánico, con preocupantes impactos en la región del Ártico. En el hemisferio norte, las olas de calor detonan incen­dios forestales que destruyen grandes superficies y, al mismo tiempo, emiten enormes masas de gases carbónicos a la atmósfera.

 

Uno de los casos más recientes ha tenido lugar en Fort McMu­rray, ciudad situada en los bos­ques del norte de Alberta (Cana­dá), núcleo principal de una zona de extracción de arenas alquitra­nadas. Cerca de 100.000 personas han debido ser evacuadas, sumadas a otros millares de trabajadores en los yacimientos extractivos de la región.

 

Uno de los tres grandes períme­tros del mundo con reservas fo­restales importantes y regulado­ras de los ecosistemas regionales es la Amazonia, con una extensión de 4 millones de km2. La floresta amazónica cubre el territorio de 9 países sudamerica­nos, región habitada por unos 33 millones de personas, entre las cuales hay 400 pueblos indígenas.

 

“Los bosques, territorios y re­cursos naturales deberían quedar en manos de los pueblos que los han salvaguardado durante mile­nios, y no en poder de grandes corporaciones”.

Las otras dos áreas se ubican en Asia del sureste (Malasia e Indo­nesia), que han destruido más del 80% de sus selvas originarias, pa­ra la plantación de palma africa­na y eucaliptos; y en el Congo, donde se intensifica la extracción minera y maderera.

 

Documentos distribuidos por redes de movimientos sociales indo­americanos sostienen que la encrucijada que la crisis climática plantea a la humanidad consiste en continuar por los senderos de capitalismo, “cada vez más de­predador y mortífero, o en cambio emprender el camino de la armo­nía con la naturaleza y el respeto a la vida”.

Bajo dicha óptica, “los bosques, territorios y recursos naturales deberían quedar en manos de los pueblos que los han salvaguardado durante milenios, y no en poder de grandes corporaciones”.

 

La entidad Climate Action Tracker (CAT), al evaluar las contri­buciones de mitigación ambiental mencionadas en el Acuerdo de París, analizó las estrategias de 15 países, y destacó que son “ina­decuadas” las de Australia, Ja­pón, Canadá, Nueva Zelanda, Ru­sia, Corea del Sur y Singapur.

 

En el grupo de mayores emisores de gases de efecto invernadero, la CAT señaló que nueve de ellos no han presentado objetivos precisos de reducción: India, Irán Indone­sia, Pakistán, Arabia Saudita, Turquía, Sudáfrica, Ucrania y Tailandia. Para magnificar sus llamados de atención, la NOAA ha enfatizado que junio de 2016 ha marcado récords de calentamiento atmosférico y oceánico, con preocupantes impactos en la región del Ártico.

 

 

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