Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, alguna vez dijo: ”Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios”.
Darío y Lautaro Ávila son padre e hijo. Ambos fanáticos de River. Y también se podría decir que son “mendigos de buen fútbol”: el viernes pasado viajaron desde General Pinedo, Chaco, hasta nuestra provincia para ver al equipo de Martín Demichelis ante Rosario Central, en la final del Trofeo de Campeones.
“Hace muchísimo tiempo que soy hincha de River -le contó Darío a Nuevo Diario-. Mi hijo tiene nueve años, es loco, fanático de River”.
Y si de una “linda jugadita se trata”, padre e hijo apuntaron al indicado: Claudio Echeverri, el atacante de 17 años que también es originario de Chaco.
Darío reconstruyó su viernes: terminó de trabajar a las 12.30. Se preparó y, a las 14 a más tardar, salió “a las chapas” con Lautaro, quien durante esa mañana preparó un cartel con ayuda de su madre: “Echeverri, soy del Chaco, ¿me regalas tu camiseta?”.
“La idea de mi hijo fue hacer un cartel, porque lo sigue a Echeverri. Dice que va a ser un crack, aunque por lo hecho ya lo es”, reconoció Darío.
El “Diablito” Echeverri, tras finalizar el primer tiempo, le hizo un gesto asintiendo a la platea oeste. Era dirigido a Lautaro, quien estaba abalanzado con su cartel.
Darío definió al jugador de River como “un orgullo” para su provincia: “No lo conocía, pero lo empecé a observar. Cuando entró por primera vez al Monumental, vi que era de Resistencia y eso me llenó de orgullo”, dijo.
Echeverri, cuando concluyó la ceremonia de premiación, se acercó a la tribuna, se sacó la camiseta y se la entregó a Lautaro. “Se le pudo dar ese sueño que tanto anhelaba. Él mismo fabricó el cartelito. Lo trajo y gracias a Dios se le dio”, retribuyó Darío. El viernes no solo triunfó el “millonario”.