El 10 de diciembre, Macri cumplió un año de gobierno con un balance positivo en lo político. Como la alianza oficialista (Cambiemos) tiene sólo un quinto del Senado, un tercio en Diputados, solamente 5 de 24 gobernadores —aunque sean importantes— y carece de base política propia en los sindicatos y los movimientos sociales, la pregunta central en diciembre del año pasado era si un gobierno no-peronista con esta relación de fuerzas en el sistema político-institucional y el campo social, iba a poder tener gobernabilidad. La respuesta es clara, porque el gobierno de Macri demostró que puede tenerla. El oficialismo logró la aprobación de los proyectos claves (holdouts, blanqueo y reforma previsional y presupuesto 2017) y que el Senado aprobara las designaciones para la Corte, la Presidencia del Banco Central y el Servicio de Inteligencia (AFI). En cambio es en la gestión de la economía donde el Gobierno está por debajo de las expectativas. El pronóstico de Prat-Gay de que en 2016 el PBI crecería 1,5% y la inflación estaría entre 20 y 25%, en la realidad es una caída superior al 2% y una inflación anual cercana al 40%, sin que el cuarto trimestre dé señales claras de reactuación. Pero las criticas de la UCR y la CC de Carrió —al igual que la “no opinión” de Michetti— sobre el decreto que amplía el blanqueo a familiares de funcionarios mostró una fisura dentro de Cambiemos y a partir de la protesta que el 18 de noviembre realizaron sindicatos, movimientos sociales y entidades representativas de las economías regionales, reclamando la sanción de la emergencia social, el oficialismo pareció haber perdido la iniciativa.
Al mismo tiempo, el Peronismo se consolidó como oposición. A veces dividido en dos, otras en tres y en algunos casos —como sucede con los proyectos sociales— unido.
No tiene liderazgo ni lo tendrá hasta que un peronista llegue a la Presidencia de la Nación y la elección de medio mandato del año próximo puede generar un candidato presidencial para 2019, pero todavía no un líder. Como era esperable, con un peronismo sin liderazgo, gobernadores y sindicatos adquieren relevancia como actores políticos.
El Ejecutivo ha sabido negociar con ellos y esto ha sido la clave de los éxitos parlamentarios.
Pero el año también termina con señales de que la oposición empieza a marcar límites al Gobierno y el Congreso ha sido ámbito de ello.
El proyecto de reforma política impulsado por Macri mediante la boleta electrónica se vio frustrado o por lo menos postergado; el debate sobre la reforma del Impuesto a las Ganancias fue impuesto por la oposición y con media sanción en Diputados el proyecto unificado de la oposición; otro tanto sucedió con el proyecto de emergencia social impulsado por sindicatos y movimientos sociales.
Es así como el primer año de Macri termina con un balance positivo en lo político, pero con señales de que puede venir uno más difícil, donde la elección de medio mandato y que se concrete o no la recuperación de la economía serán las dos cuestiones claves. En diciembre, el Congreso y la negociación para contener el conflicto social tienen un rol relevante.
En las sesiones extraordinarias que el Ejecutivo convoca sólo se tratan los proyectos que envía la Casa Rosada. Pero como el oficialismo está en minoría en las dos cámaras tendrá que negociar con la oposición, que impondrá el tratamiento de iniciativas propias.
El “retiro” del presidente y sus 35 funcionarios más importantes soslayó las dos discusiones más relevantes que hay en el oficialismo: si se renueva el gabinete y si se hacen cambios en la economía. El encuentro, dirigido a cohesionar el Gobierno, no podía ser el ámbito para tomar decisiones relevantes, las que serán adoptadas por Macri consultando con muy pocas personas, algunas ausentes en Chapadmalal. Macri respaldó la posición de su jefe de Gabinete (Peña), de que los cambios necesarios son sólo en segundas y terceras líneas, y la de su asesor de imagen (Durán Barba), de que no hay que incorporar peronistas al gabinete, como ha propuesto el presidente de la Cámara de Diputados (Monzó) y está realizando la gobernadora bonaerense (Vidal).
La realidad es que el tema es materia de discusión, ya que al no existir una coalición permanente con sectores de la oposición, la negociación de ley por ley con distintos sectores del Peronismo se está transformando en un método que desgasta y que puede complicarse en 2017 ante la proximidad de las elecciones de medio mandato.
En cuanto a la economía, la realidad es que se ha ratificado equipo y política, pero también lo es que la Casa Rosada consulta a economistas independientes sobre las causas de la demora en el crecimiento.
Las dos discusiones seguirán durante el primer trimestre.
Mientras tanto, Cristina intentó retomar la iniciativa política presidiendo un acto en la Universidad de Lanús, realizando un acto militante en el estadio de Ferro el 7 de diciembre y reuniéndose dos días después con Lula y Dilma en Brasil.
Pero las desinteligencias dentro del kirchnerismo llevaron a suspender el acto.
En conclusión: al cumplir un año de gobierno, Macri tiene un balance positivo en su gestión política, pero habiendo perdido la iniciativa en los últimos días; el Peronismo está muy dividido y no tendrá nuevo líder hasta que vuelva a ganar una elección presidencial, pero en temas sociales como el proyecto de emergencia social se unifica; en diciembre, el Congreso tendrá un rol relevante en las sesiones extraordinarias que el Ejecutivo convoca y si bien el “retiro” soslayó la discusión sobre el cambio de gabinete y los resultados de la economía, ambas discusiones seguirán dentro del oficialismo.