En la Basílica de San Pedro nadie lo esperaba. Pero apareció por sorpresa luego de orar y se mezcló entre los visitantes. Eran las 10 de la mañana en Roma y el papa Francisco se hizo presenta para rezar en la tumba de dos papas: San Pío X y Benedicto XV. Allí se lo vio saludar a un niño que estaba sin saber que aparecería el sucesor de Pedro tras haber vivido 38 días de internación, en su crisis de salud más extensa y peligrosa.
El hombre que iba detrás del Papa empujando su silla es su enfermero, Massimiliano Strappetti, su sombra, el colaborador más cercano hoy al Pontífice y su salvador.
Tuvo su primera aparición pública junto a Francisco el pasado 23 de marzo cuando se asomaron al balcón del policlínico Gemelli, minutos antes del alta médica tras 38 días. Allí se lo vio al enfermero y desde entonces no se separa de él. En imágenes anteriores a este episodio de saludo se lo puede ver a Strappetti también, discreto, en un segundo plano, portando el maletín o el bastón de Bergoglio.
Fue el enfermero quien lo condujo este domingo 6 de abril, en su sorpresiva aparición al final de la misa con motivo del Jubileo de los Enfermos, donde Francisco.
Strappetti ha sido clave para salvar la vida del Papa que dos ocasiones ha estado al borde de la muerte desde el 14 de febrero, como reconocieron sus médicos.
Fue el enfermero quien insistió en que se practicasen a Bergoglio todos los remedios al alcance, incluso con el riesgo de que pudiesen afectar a otros órganos y comprometer aún más el delicado estado. Era seguir peleando o dejarlo ir. El Papa le había dado a su enfermero su autorización para tomar decisiones. Y Strappetti, cuando parecía el final, dijo: “¡Seguimos adelante!”.
Massimiliano Strappetti tiene 55 años, está casado y es el actual jefe de los servicios de enfermería en la Santa Sede. Allí trabaja desde hace dos décadas, coincidiendo con la última etapa de la enfermedad de San Juan Pablo II, el Papa polaco.
Asimismo, conoció de cerca la enfermedad y paulatino deterioro físico del Papa Benedicto XVI, el alemán, y no sólo sabe de las dolencias de Francisco, sino, y lo que es más importante, Bergoglio confía plenamente en él. Tanto que ha puesto su salud en las manos de este especialista en reanimación.