Además de sus ideas progresistas en lo social y político, el papa Francisco también dejó un importante legado de reformismo económico, tanto por los cambios que introdujo en el Banco Vaticano y en las finanzas de la Santa Sede como en relación a sus ideas por un capitalismo más justo.
Por un lado, Francisco buscó incrementar la supervisión del Instituto para las Obras de Religión, conocido como Banco Vaticano, mediante auditorías internas y el cierre de alrededor de 5.000 cuentas consideradas sospechosas.
En ese marco, el papa argentino creó en 2014, poco después de su asunción, el denominado Secretariado para la Economía, mediante el que buscó reorganizar financieramente al Vaticano, y avanzó con nuevas normativas sobre inversiones y políticas contra la corrupción.
Paralelamente, el pontífice avanzó con medidas de ajuste dentro de la Santa Sede. Desde 2021, redujo tres veces el sueldo de los cardenales e implementó en septiembre de 2024 un plan de "déficit cero". En aquella ocasión, Francisco pidió a los funcionarios del Vaticano responsabilidad en el manejo del dinero y consideración hacia las donaciones de los creyentes.
En sintonía con esa política de ajuste, el papa Francisco eliminó los históricos bonos por secretaría y recortó los complementos salariales que cobraban mensualmente los cardenales, aunque sus críticos señalaron que eso empeoró las finanzas del Vaticano.
Con información de El Destape