El País

Club Papa Francisco: el sueño que nació en pandemia y hoy transforma vidas en Villa Soldati

En el barrio porteño de Villa Soldati, al sur de la Ciudad de Buenos Aires, un club deportivo lleva adelante una misión que va mucho más allá del deporte: contener, cuidar y salvar a los chicos del abandono y los peligros de la calle. Se trata del Club Atlético Papa Francisco, una iniciativa que nació en plena pandemia y que hoy representa un verdadero refugio para cientos de niñas, niños y adolescentes de la zona.

En diálogo con TN, el párroco Damián Reynoso, principal impulsor de la propuesta, repasó los inicios del club y compartió con emoción el mensaje de aliento que recibieron desde el Vaticano. “Nació cuando apenas pudimos salir un poquito de la pandemia. Vimos muchos chicos dando vueltas por el barrio, sin lugar, sin rumbo. Y entendimos que había que hacer algo”, explicó.

 

"Ni en la calle ni en la esquina, mejor en el club"

El lema del club es tan claro como urgente: "Ni en la calle ni en la esquina, mejor en el club". Allí, los chicos y chicas pueden practicar fútbol, hockey, patín y boxeo desde los cuatro años, con el objetivo central de prevenir la violencia, el consumo de drogas y el abandono. “En el barrio, ser niño o joven es difícil. Nosotros intentamos llegar un poquito antes”, señaló el párroco.

 

Colores que representan esperanza

Con los colores amarillo y negro como bandera, el Club Papa Francisco tiene su sede principal en la Parroquia San Francisco de Asís y una segunda sede con canchas de 11 jugadores. Sin embargo, el sostenimiento económico del proyecto no es fácil. "Hacemos rifas, vendemos pollos y a veces aguantamos hasta el final con la pelota rota. No queda otra", reconoció Damián.

 

El gesto del Papa que los impulsa a seguir

Aunque el Papa Francisco nunca pudo visitar el club, siempre estuvo al tanto de su existencia. En una ocasión, recibió una camiseta del club, la firmó y la devolvió como muestra de apoyo. "La tenemos enmarcada junto a una foto. Esa firma nos da fuerza para seguir", relató con orgullo el sacerdote.

La relación con el Sumo Pontífice fue constante a lo largo del tiempo. “Él estaba al tanto de todo lo que hacíamos, porque la comunicación siempre fue fluida”, aseguró.

 

Un espacio de inclusión frente al abandono

Muchos de los chicos que participan del club provienen de contextos muy difíciles. “Algunos tienen a sus padres atravesados por el consumo de drogas y, en general, andan bastante solitos”, relató Reynoso. “Cuando salimos a jugar afuera, no siempre hay padres que nos acompañen, porque nuestros chicos son como los últimos. Esa soledad es la que el club intenta abrazar”.

Frente al contraste con otros clubes que funcionan con cuotas y otro tipo de organización, el Club Papa Francisco prioriza que todos puedan participar, sin importar el nivel de competencia. "Una vez nos metieron 14 goles y volvimos felices. Jugaron los 23 chicos que tenía. ¡Imaginate! Pero nuestros chicos se fueron con una sonrisa. Eso vale más que cualquier trofeo", rememoró Damián.

 

“Ese amigo que ahora está en el cielo”

En su despedida al Papa recientemente fallecido, el párroco dejó un mensaje profundo:

Ese amigo que ahora está en el cielo va a seguir apostando por los chicos, por los jóvenes, especialmente los más descartados. Ese es el camino: con los más pobres. Iglesia pobre para todos, pero con ellos. Y seguir así, recibiendo esa vida que llega cada día con muchos problemas, pero que es vida en abundancia y que Jesús nos mandó a cuidar”.

El Club Papa Francisco es mucho más que una institución deportiva. Es una comunidad de contención, de fe y de esperanza, que con esfuerzo, solidaridad y amor continúa haciendo realidad el mensaje de su inspirador.

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