La emblemática cooperativa de reciclaje El Ceibo, con 21 años de trayectoria en los galpones del Belgrano Cargas, ubicados en Salguero y la autopista Illia, se enfrenta a una seria amenaza de desalojo. El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires intimó a la organización a abandonar el predio antes del 30 de junio, lo que pone en riesgo la fuente de ingresos de alrededor de 300 familias que dependen directamente de su funcionamiento.
La alarma se encendió cuando el Belgrano Cargas, administrador de los galpones, solicitó al gobierno porteño el retiro de una báscula y un cerco cercanos a la vía pública. Sin embargo, en una segunda reunión, según relató Nicolás Beno, presidente de la Cooperativa El Ceibo a Página/12, la empresa ferroviaria reclamó la totalidad del galpón, y la respuesta del gobierno de la ciudad fue la promesa de reubicar a la cooperativa, sin previo aviso a los trabajadores.
"Nosotros tenemos una posesión precaria y gratuita del galpón, que no tiene fecha de tiempo límite: mientras realicemos la misma actividad relacionada al reciclaje, nos podemos quedar", explicó Beno, quien además señaló que la intimación de desalojo carece de una orden judicial u oficial.
El Ceibo, pionera en el sistema de reciclado de la Ciudad de Buenos Aires y actualmente con una planta de reciclaje mediana, advierte sobre la complejidad logística de un desalojo en tan corto plazo. "La maquinaria, el material reciclado y muchas cosas dentro del predio hacen imposible irse en tan poco tiempo", aseguró el presidente de la cooperativa. Asimismo, la prometida recolocación no se ha formalizado en ninguna medida judicial.
Desde la cooperativa explican que, debido al volumen de material que procesan mensualmente (alrededor de 450 toneladas), compartir una planta con otras organizaciones sería inviable. "Si nos tenemos que ir del galpón, prácticamente la cooperativa tendría que dejar de existir porque no tendríamos lugar donde trabajar", sintetizó Beno.
La preocupación se extiende a las numerosas familias que dependen directa e indirectamente de El Ceibo: trabajadores de la calle, personal de logística, conductores de camiones y operarios de la planta. "Son incontables las familias que viven directa e indirectamente del esfuerzo que se hace día a día en El Ceibo", advirtieron desde la cooperativa, resaltando el rol esencial de los recuperadores urbanos en la cadena de valor del reciclado y la disminución de la contaminación ambiental.
"Es de suma importancia para la sociedad que El Ceibo no desaparezca, no sólo por el cuidado del medio ambiente, sino por el trabajo que se realiza con las personas, tratando de dar una mejor calidad de vida a un sector de la población que hoy sería muy difícil que pueda encontrar un trabajo", concluyeron.
Beno recordó un intento de desalojo similar hace diez años, el cual la cooperativa logró superar tras ganar un juicio. Ahora, ante este nuevo escenario, los rumores sobre negocios inmobiliarios y las consecuencias de la privatización de la línea de ferrocarril sobrevuelan la incertidumbre.
Ante la inminente fecha límite, la cooperativa El Ceibo urge a una nueva negociación entre el gobierno de la Ciudad y el Belgrano Cargas para, al menos, extender el plazo de desalojo. En este sentido, Beno consideró fundamental que "el gobierno porteño nos pueda reubicar, conseguir otro lugar, construir otro predio, otro centro verde y poder irnos. Pero no de esta manera, de un día para el otro". La continuidad de una organización clave para el reciclado y el sustento de cientos de familias pende de un hilo.
Con información de Página 12