Nuevo Diario, entrevistó a Yan Pilán, actor, autor director de teatro Y dueño del teatro la casa para recordar a Tato Bores y detalló: “Lo primero que recuerdo de finales de los años 70 y principios de los 80 es estar reunido con mi familia, sentados en el living viendo a Tato Bores, el gran monologuista argentino”.
Se refirió sobre la vigencia del humor de Tato Bores en la actualidad
“La vigencia y la actualidad del humor original de Tato siempre está es actual. Escucharlo hoy es exactamente lo mismo que escucharlo hace cuarenta años atrás.
Con respecto a como influyó el estilo de Tato Bores en su carrera como actor dijo: “En mi experiencia como actor, te diría que mi primer gran espectáculo, “Yo el peor de todos”, fue influenciado por el humor político surrealista de Gasalla, pero también tomé de Tato la velocidad monologar y fundamentalmente la estructura ideológica” y agregó, “escuchar a Tato es abrir la ventana para que el humor político entre a nuestras vidas. Escucharlo hoy nos obliga a ejercer una actitud crítica”.
Se refirió al estilo de humor de Tato Bores: “Tato no era un stand up comediante. Era un monologuista de las realidades políticas y que no las toma en forma bizarra, las tomaba con humor, con un humor híper constructivo”.
Se refirió a cuál fue la inspiración detrás de su espectáculo de humor político, “Yo el peor de todos” y dijo que, “la inspiración fue la verdad argentina, que quería interpelar a la sociedad. Quería hacer reír, pero también hacer reflexionar”. A cómo surgió su espectáculo; “Yo el peor de todos” y qué significó en su vida dijo que “ese espectáculo fue tal vez las bases en la cual construí toda mi actividad artística hasta el día de hoy. Fue un punto de partida para mí, un momento en el que pude encontrar mi voz y mi estilo como artista. Fue un espectáculo de humor político que me permitió expresarme de manera auténtica y crítica sobre la realidad política de la época”.
Se refirió a su experiencia con el humor político en la década de 2000, en Santiago del Estero “en la década de 2000, pleno gobierno de Juárez, hablar de humor político en Santiago del Estero era difícil. Pero no lo podía evitar, era más fuerte que yo. Sentía la necesidad de expresarme de manera crítica y humorística sobre la realidad política de la época”. Y concluyó: ”De Tato aprendí el poder del compromiso ideológico en los monólogos políticos”.