Eran las 17.30 de ayer. Los policías, que habían copado de uniformes azules la esquina de Granadero Saavedra e Inti Huasi del barrio Sarmiento de la ciudad Capital, y los "dealers" que se habían adueñado de la intersección y las inmediaciones, ya no estaban. En ese mismo lugar, un grupo de niños pateaba una pelota en un espacio que, por el momento, fue recuperado para los vecinos de las garras del narcomenudeo.
Esta nueva imagen fue posible tras un operativo que se concretó desde el mediodía hasta las 16, luego de una investigación del personal de la Dirección General de Drogas Peligrosas que demandó varios meses. Determinaron que había conexiones entre vendedores de estupefacientes y proveedores que operaban las 24 horas del día en la esquina de Granadero Saavedra e Inti Huasi, conocido como "la gruta" por una construcción religiosa y que generaba frecuentes enfrentamientos por el consumo y comercialización de cocaína y marihuana en los que esgrimían armas de fuego.
Con las pruebas sobre la mesa, el fiscal de la Unidad de Lucha contra el Narcotráfico, Dr. Juan Alende, solicitó órdenes de allanamiento. Policías de Drogas Peligrosas recibieron el apoyo del Cuerpo Guardia de Infantería y la Prevención de la Departamental 16 y concretaron procedimientos en la gruta del barrio Sarmiento, en la manzana 9 del Bº Mariano Moreno, en la 5 del Bº Juan Díaz de Solís y en la 4 del Bº 750 Viviendas. Secuestraron 195 dosis y 5 envoltorios compactos de cocaína, haciendo un total de 286 gramos; 114 gramos de marihuana, compactada y en 4 bagullos; dos motos, dos balanzas, celulares y $ 703 mil.
Aprehendieron a un sujeto de apellido Torres (23 años), del Bº Sarmiento; Rodríguez (36), del Bº Juan Díaz de Solís; Santos, del Bº 750 Viviendas y Marchisio (28), del Bº Mariano Moreno segunda ampliación. Asimismo, trasladaron para su identificación a dos jóvenes de apellidos Díaz (41), del Bº Sarmiento, y Silva (26), del Bº Campo Contreras; y a un adolescente de 17 años del Bº Ramón Carrillo.
Derribaron la gruta
Lo que había sido construido como una gruta en la que se veneraba una imagen religiosa hace varias décadas, se transformó en un búnker de los "dealers" en los últimos tiempos. Incluso, consumidores de drogas conocían el lugar como "la gruta" y la estructura edilicia roja era la característica que debían buscar los que llegaban por primera vez a comprar estupefacientes. La imagen desapareció y el lugar fue ocupado por drogas fraccionadas, a la espera de clientes, además de ser centro de reuniones de "dealers" a cualquier hora del día.
La Policía recibió la colaboración de la Comuna capitalina con una máquina vial, la gruta fue derribada y se limpió el sitio, que fue recuperado para los vecinos. La mayoría de los habitantes manifestó su beneplácito por la destrucción del búnker como una forma de recobrar la tranquilidad.