La Provincia

El día que Bergoglio visitó a sus amigos jesuitas en San José del Boquerón

Corría el año 1974 cuando dos jóvenes sacerdotes jesuitas, Juan Carlos Constable y Agustín López, llegaron a la Diócesis de Añatuya. Fue a pedido del obispo Jorge Gottau y con la bendición del entonces sacerdote de la Compañía de Jesús, el padre Jorge Mario Bergoglio —el fallecido papa Francisco— que los dos religiosos emprendieron su misión a San José del Boquerón.

El padre "Toto" Constable había ingresado a la Compañía de Jesús en 1956, con tan solo 18 años. Había estudiado Filosofía y Teología en San Miguel, Buenos Aires, y compartido aulas con su amigo Bergoglio. También había enseñado en el Colegio del Salvador y en la Universidad del Salvador. Pero fue en los caminos de tierra del interior santiagueño donde encontró su verdadero lugar: Estuvo 45 años.

La historia de los jesuitas en el Salado no era nueva. En 1762, la Reducción de San José de las Petacas había sido uno de los tantos signos de la presencia ignaciana en estas tierras. Más de dos siglos después, el sueño del obispo Gottau era que aquellos pasos se reanudaran.

Bergoglio visitó en 1974 y 1975 a los jóvenes al frente de una misión que implicaba recorrer más de 300 kilómetros, pasando por parajes como Bandera Bajada, Santos Lugares, La Candelaria, Villa Matoque, Nueva Esperanza, Monte Quemado, Sacháyoj y Pampa de los Guanacos.

Jorge Bergoglio también visitó en 1975 a las Hermanas Dominicas de la Annunciata, en el marco de los 40 años de la congregación en el departamento Copo.

Ese mismo año, para la Pascua, el padre Constable se instaló en San José del Boquerón. Allí comenzó una incansable tarea pastoral, donde la evangelización se entrelazó con la promoción humana: organización de comunidades, apoyo a campesinos, trabajo con jóvenes y niños, creación de coros, representación del Evangelio Criollo y asesoramiento a organizaciones sociales.

Durante 45 años permaneció en Boquerón. Casi medio siglo de presencia silenciosa pero transformadora. Su servicio en el Proyecto del Salado y su asesoramiento a organizaciones campesinas desde 1981 hasta 1996 marcaron profundamente el devenir social de la región.

En abril de 2025, en la conmemoración del 40° aniversario del regreso de los jesuitas a Boquerón, la Diócesis de Añatuya agradece a Dios por la entrega del padre Juan Carlos y por la semilla ignaciana que germinó en la tierra seca del monte santiagueño.

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