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Ganó 8 millones en la quiniela, se dio todos los lujos y terminó en la calle

Todo el mundo sueña con ganar la lotería, aunque es sabido que el dinero puede ser la causa de decenas de consecuencias negativas. De hecho, se pueden encontrar miles de historias donde millonarios se vuelven mendigos por tomar malas decisiones.

Esto fue lo que le paso a un hombre que ganó 8 millones de dólares en la quiniela y dedicó el premio a llenar todos sus vacíos. Sin embargo, la felicidad nunca llegó, se separó de quien creía que era el amor de su vida y terminó perdiéndolo todo, incluso su casa.

 

De millonario a mendigo: ganó 8 millones en la quiniela, se dio todos los lujos y terminó en la calle

El protagonista de esta insólita historia se llama Lee Ryan, un hombre británico que logró cambiar su vida gracias a que ganó la quiniela local que entregaba un pozo acumulado de 6,5 millones de libras esterlinas en 1995.

Para ese entonces, dado que provenía de una familia de bajos recursos y siempre deseo tener un pasar de lujo, ya había tenido problemas con la Justicia, estuvo en prisión por conducir autos robados en 1986 y el dinero le significó una oportunidad única para cambiar su destino.

Sin dudarlo, el señor compró una mansión valuada en miles de millones porque contaba con piscina, cancha de tenis, sauna y hasta un helipuerto; dos aviones privados para emprender viajes al exterior; 3 motos; y un par de autos de alta gama.

Asimismo, con el objetivo de compartir su fortuna con quien suponía que era el amor de su vida, se casó y emprendió una costosa luna de miel. Para su mala suerte, en poco tiempo, el amor llegó a su fin e inició un largo proceso judicial donde perdió gran parte de los bienes.

“Cuando tuve el dinero, pensé que esto era lo que quería, por lo que recé. Luego sucedió y fue como, ‘Ten cuidado con lo que deseas’. La gente siempre piensa, ‘Oh, si gano mañana será el final de mis preocupaciones’. Eso no es cierto, esto es solo el comienzo de tus preocupaciones”, confirmó el ex millonario en una entrevista reciente.

Sin un plan financiero concreto y tras tomar malas decisiones relacionadas con gastos innecesarios, la caída fue inevitable. Como medida de salvataje, vendió su mansión y otras pertenencias que destinó a inversiones que lo dejaron prácticamente en bancarrota.

Con una mínima esperanza de mejorar su realidad, se divorció por segunda vez y regresó al barrio de Londres que lo vio crecer. Sin un centavo para gastar y sin hogar propio, se instaló en un hogar para personas sin techo y se dedicó a trabajar ad honorem.

A los 63 años, pudo mejorar levente su pasar gracias a que consiguió trabajo como pintor y decorador de interiores. Aunque su vida está lejos del lujo que vivió, Ryan confesó que encontró la felicidad en las pequeñas cosas e incluso rechaza la vida de excesos de su pasado.

“Aparte de la muerte, no se puede tocar mucho más bajo que estar sin hogar, así que me probé a mí mismo y todo está bien. A veces, incluso ahora, paso las noches en tiendas de campaña solo para recordarme que soy a prueba de bombas, que he pasado por todo”, aseveró el protagonista.

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