Espectáculo

Murió Aníbal Barrios, histórico asistente de Luis Alberto Spinetta: “El Flaco le tenía una confianza absoluta”

Este domingo, el mundo de la música se vistió de luto cuando se conoció el fallecimiento de Aníbal Barrios, a quien todos conocían como La Vieja. Fue el histórico asistente y amigo de Luis Alberto Spinetta y durante su trabajo como “plomo” se ganó el afecto de músicos y productores.

“Era un tipo divino. Yo me acuerdo que le hice la nota para el libro de Spinetta y, cuando me iba a contar una confidencia, bajaba la voz como si Luis nos escuchara”, recuerda sobre el hombre que acompañó al artista durante décadas.

“El Flaco le tenía una confianza absoluta. No dejaba que nadie se acercara a la guitarra: La Vieja era el único que sabía cómo a Luis le gustaba tenerla preparada”, cuenta Marchi. Más que un asistente de guitarras, Barrios se convirtió en un amigo incondicional, un compañero de ruta que estuvo presente incluso cuando no había shows, simplemente para cebarle mates y compartir silencios.

“Venía de un origen muy humilde y a Luis le cayó bien enseguida; lo adoptó”, relata Marchi, y agrega una anécdota sobre el particular sentido del humor de Barrios: “Decía cosas como ‘hay gente que se está muriendo, que antes no se moría’ o se reía de los cables diciendo ‘el cañón tiene tres patitas de cable: una, dos... y hay otra’.”

Aunque en sus últimos días la salud de La Vieja se deterioró gravemente, el cariño que cosechó a lo largo de su vida quedó intacto: “Yo fui a donar sangre para él”, recuerda con emoción el periodista. A los 70 años, Aníbal Barrios dejó una huella imborrable en el corazón del rock nacional.

La confianza absoluta del Flaco

Para Luis Alberto Spinetta, la figura de Aníbal La Vieja Barrios representaba mucho más que un asistente técnico: era el guardián de su instrumento más preciado.

Consciente de la delicadeza con la que trataba su música y sus herramientas, Barrios asumió un rol fundamental, el de cuidar cada detalle relacionado con las guitarras del Flaco. “Esa confianza no era algo que Spinetta otorgara fácilmente, pero en La Vieja encontró alguien que entendía perfectamente su sensibilidad artística y personal.”

“Era un tipo muy entrañable”, asegura Marchi, y agrega que, más allá de los escenarios, Barrios mantenía una conexión constante con Luis, reforzando esa relación de mutuo entendimiento que trascendía la mera logística de un show o una grabación.

Un amigo más allá de los escenarios

La relación entre Luis Alberto Spinetta y Aníbal La Vieja Barrios iba mucho más allá de los conciertos y las grabaciones. Era una amistad de esas que se sostienen en los pequeños gestos cotidianos, en la compañía silenciosa y el mate compartido.

Sergio Marchi lo resume de manera entrañable: “Aunque no trabajara en un show específico, La Vieja estaba ahí, cebándole mate.”

Para Spinetta, esos momentos eran vitales. No se trataba solo de tener un asistente a mano, sino de contar con alguien en quien confiar plenamente, alguien que entendiera su mundo sin necesidad de palabras. “Le encantaban los mates de la Vieja Luis, eh,” recuerda el periodista resaltando ese vínculo de afecto genuino.

El acompañamiento de Barrios no dependía de un contrato o de un evento puntual. Era parte de una dinámica natural que se fue afianzando con los años, donde la presencia del otro era en sí misma un acto de cariño y lealtad. La Vieja no solo era parte del equipo de trabajo de Spinetta: era parte de su vida.

La enfermedad de Barrios nunca fue completamente detallada, pero lo que sí quedó claro fue el afecto y el acompañamiento que recibió hasta sus últimos días. “No sé qué tenía ni de qué murió, pero sí que tenía 70 años,” precisa Marchi, marcando el cierre de una vida sencilla y profundamente significativa para los que lo conocieron.

La memoria de La Vieja sigue viva en las anécdotas, en los mates compartidos, en las guitarras afinadas con amor y en la sonrisa eterna que dejó en cada músico que alguna vez se cruzó con él.

La importancia de Aníbal “La Vieja” en la vida artística de Luis Alberto Spinetta se manifestó de manera concreta en diversas ocasiones. Un ejemplo claro de este reconocimiento puede encontrarse en el disco Kamikaze, editado en 1982, donde Spinetta lo mencionó en los créditos. Esta inclusión no solo reflejó la gratitud del músico, sino también el peso que Aníbal tenía en su estructura de trabajo y en la dinámica de sus presentaciones.

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