
Cuando Buenos Aires logró convertirse en la primera parada sudamericana de la exhibición mundial de la Fórmula 1, Franco Colapinto era un piloto de la Fórmula 2 y uno de los jóvenes integrantes de la Academia Williams. Unos meses después, debutó en el equipo británico de F1 y disputó las últimas nueve carreras de la temporada 2024. Ahora, en La Rural, su nombre aparece junto al de Juan Manuel Fangio y Carlos Reutemann. "Me encanta que haya algo de Franco", cuenta Aníbal Colapinto, su papá, sobre las dos vitrinas que los organizadores le dedicaron al joven piloto de 21 años: una en la que está el mono blanco que usó el año pasado y la otra enfocada en sus inicios, incluidos los trofeos de campeón argentino de karting 2016 y 2018. En una comparte espacio con Nigel Mansell y en la otra con un tal Ayrton Senna.
A Aníbal Colapinto no le gusta la fama que heredó por ser el padre de Franco ("Yo quiero ser un NN, pero por culpa de este chico no puedo", bromea), pero con su calidez y su sonrisa acepta charlar con los periodistas que se le acercan en la Avant Premier. "Siento un orgullo tremendo, ¿te imaginás? "Que una exhibición de Fórmula 1 esté acá en Buenos Aires, en Argentina, y que haya un lugarcito de Franco dentro del Museo de Fangio me infla el pecho", confiesa en diálogo con Clarín.
Aunque aclara que no puede hablar del futuro de su hijo en la F1, justo en el mismo día en el que Flavio Briatore dijo que "tarde o temprano" el bonaerense se pondrá detrás del volante mientras crecen los rumores de que reemplazará a Jack Doohan en Alpine, Aníbal es consciente de lo que generó Franco desde su primera carrera, el GP de Italia del 1° de septiembre pasado, y de que esa forma de ser tan terrenal -muy distinta a la automatización que adquirieron en el último tiempo los pilotos- lo acercó al público.
"Este chico vino a cambiar la Fórmula 1", me decía un periodista la otra vez, "y hasta los propios dueños de la Fórmula 1 dicen que no puede ser que este pibe no esté en la Fórmula 1". Es por lo que vos decís, porque es descontracturado, dice lo que siente, aunque lo reten, lo dice igual. "Es él y va a seguir siendo así toda la vida", afirma. Y agrega: "Lo dejé volando solo ya a los 14 años; ahí le estaba muy atrás. Ahora ya se maneja solo, está bien, salió un chico bárbaro, no solo deportivamente hablando, sino como persona. Todos mis hijos, Franco, Martina y Antonella. "Si hay algo de lo que no me puedo quejar es de los tres hijos que tengo".
Fuente: Clarín