Este sábado y los 73 años, Juan María Traverso dejó de existir y con su partida comienza la leyenda, de la que hablarán por décadas.
Traverso cortaba tickets en los autódromos. Y no se trata de ser peyorativo con el resto. Traverso era grande de verdad. El crecimiento enorme que tuvo el TC 2000 en la década del 80 fue, mayormente, por el Flaco. ¿Alguien de verdad lo puede dudar? En esos años en los que un piloto que corría bajo las huestes de la ACTC en Turismo Carretera estaba vetado en TC 2000 y viceversa. Ahí, el de Ramallo apostó por la nueva categoría (nacida en 1980), haciendo a un lado al TC y toda su historia. Y el Flaco hizo grande al TC 2000. El Flaco logró que Renault pintara de negro una cupé Fuego, cuando la marca no quería saber nada. Pero cómo no lo iban a hacer si el Flaco se cansó de ganar con ese modelo. Si hasta ganó una carrera con su Fuego prendida fuego… Sí, con su Fuego en llamas. ¿Alguien puede poner en duda que el Flaco fue grande de verdad?
El Flaco fue tan pero tan grande, que logró romper con eso de no poder cruzar de vereda. Porque si sos del Chivo, no te subís a un Falcon. Y si sos de Ford, ¡cómo te vas a ir a Chevrolet! Y el Flaco lo hizo. Pucha, que grande. Sí, fue campeón de TC con una Chevy en 1997 y al año siguiente pintó el 1 ¡en un Ford! Pero claro, ¡cómo no lo iban a putear los de Chevrolet! Pero no fueron todos, porque el Flaco era grande de verdad. Y en 1999 se quedó con su último título de TC con un auto del Óvalo.
Se fue el Flaco. El que logró llenar autódromos. El que tenía la fila más larga en su semi a la espera de una foto o una firma. El que ganó en todo lo que se subió. El que protagonizó duelos inolvidables con el Loco Luis, con Gradassi, con Ortelli, con el Gurí Martínez y las firmas siguen. El que se peleó y llamó rubia a Marcos, el hijo del Loco. El que después de retirado siguió siendo referencia y cada vez que llegaba a un autódromo era el más seguido, dejando casi en soledad a los más pintados del momento. Se fue Traverso, y el automovilismo argentino está de luto y lo estará por mucho tiempo. Ya no se escucharán sus frases picarescas, cargadas de ironía. Ya no saldrán de su boca las anécdotas más desopilantes que contaba sobre su trayectoria. El ídolo hoy ya es leyenda.