El paraguayo José Florentín, uno de los referentes del plantel de Central Córdoba, tiene los pies sobre la tierra y nada lo conmueve. Habla con la firmeza de un líder y con la tranquilidad de que hay que ir paso a paso, sin adelantarse a los acontecimientos. Habla de seriedad y responsabilidad, pero también de dejar los tres puntos en casa.
"Todos apuntan a que Táchira es el rival directo nuestro. Para nosotros todos los partidos son claves. Vamos a afrontarlo con responsabilidad y seriedad, como lo venimos haciendo. Es algo muy lindo lo que se logró en Brasil, quedó para la historia y el recuerdo, pero eso ya quedó en el pasado. "Si no sumamos en casa, de nada servirá lo que hicimos en Brasil", dijo el mediocampista paraguayo.
—¿Qué partido te imaginas?
—Nosotros vamos a salir a buscar el partido, a tratar de hacernos fuertes de local. Espero un partido duro, trabajado y trabado. Sabemos que Táchira es un equipo grande de Venezuela, pero tenemos que tratar de lograr que los tres puntos se queden en casa. Si ganamos, vamos a mirar de reojo la clasificación, pero no habrá que relajarse, porque a medida que pasan las fechas, el torneo se pone cada vez más exigente.
—Se le vienen días de definiciones, con partidos decisivos y con dos frentes abiertos…
—Sí. Tendremos una semana muy cargada y emotiva, pero hay que ir partido a partido, sin presiones. Primero Táchira, después Independiente Rivadavia y después recién Flamengo. Tenemos un buen grupo y a cada jugador que le toca entrar, se mata adentro de la cancha. Todos tiramos para el mismo lado. En el torneo local estamos en deuda con nosotros mismos y con nuestra gente, porque no estamos pudiendo sacar los resultados deseados. Nos está faltando esa cuotita de suerte. No ligamos con Racing, tampoco con Liga de Quito en casa, pese a tener muchas situaciones. Son rachas.
—En lo personal, ¿cómo te sientes? Te ha tocado jugar muchos minutos y partidos muy seguidos…
—Me siento bien. Yo trato de hacer mi trabajo dentro de la cancha, lo que me pide el entrenador. Cuando llegué a la provincia, sabía que venía a pelear el descenso, porque el club estaba en una incómoda posición. Hoy en día, quizás, sacamos un poco más la cabeza, pero hay que tener mucho cuidado con eso. Al final del año dejamos la vara muy alta. La gente, desde que llegamos, nos ha tratado muy bien tanto a mí como a mi familia, que está muy cómoda. Te tratan de una manera que uno se quiere quedar a vivir en Santiago. Es lo que a mí me transmitió la gente y estoy muy feliz por todo lo que estoy viviendo.