El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a quedar aislado en la escena internacional al negarse a firmar una declaración conjunta del G7 que buscaba instar a la contención y al diálogo entre Irán e Israel, luego de una escalada militar sin precedentes en la región. La cumbre de los países más poderosos del mundo, que se desarrolló esta semana en Canadá, se vio abruptamente alterada por los bombardeos cruzados entre Teherán y Tel Aviv, y por la sorpresiva retirada anticipada del mandatario estadounidense, quien partió antes de la cena final del evento.
“Todo el mundo debería evacuar inmediatamente Teherán”, escribió Trump en su red Truth Social horas antes de su salida del país anfitrión. Según informó la Casa Blanca, el mandatario tomó la decisión "debido a los acontecimientos en Medio Oriente", cancelando así las reuniones previstas con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y con el líder ucraniano, Volodimir Zelenski.
La guerra que se coló en la cumbre
La cumbre del G7 —integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido— había comenzado el domingo con una agenda centrada en temas económicos y geopolíticos. Sin embargo, el ataque aéreo lanzado por Israel el viernes pasado sobre instalaciones nucleares y zonas urbanas de Irán, seguido de la respuesta con misiles y drones sobre territorio israelí, alteró por completo el temario original.
"Estamos ante un punto de inflexión histórico", advirtió en la apertura de la cumbre el primer ministro canadiense, Mark Carney, quien ofició de anfitrión. La urgencia por frenar una guerra de escala regional llevó a que seis de los siete líderes consensuaran un documento de condena a la violencia y llamado al diálogo, pero Trump se opuso, alegando que Irán “debió firmar el acuerdo que les propuse hace tiempo”.
Posturas divididas y tensiones internas
La postura estadounidense generó malestar en los demás jefes de Estado. El primer ministro británico, Keir Starmer, remarcó que “hay consenso dentro del G7 en favor de una desescalada” y llamó a traducir esa voluntad “en acciones claras y coordinadas”. En la misma línea, el canciller alemán, Friedrich Merz, adelantó que Europa impulsará un texto que responsabiliza a Irán por la escalada, pero aclaró que también es crucial evitar una guerra abierta.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, criticó la propuesta de Trump de que Vladimir Putin actúe como mediador entre Irán e Israel. “No es viable que alguien involucrado en una guerra, como la de Ucrania, pueda actuar de pacificador”, sentenció Macron, quien además pidió mesura a ambas partes.
Un punto de inflexión se produjo cuando Japón rompió el consenso occidental al condenar abiertamente la ofensiva israelí. El ministro de Asuntos Exteriores japonés, Takeshi Iwaya, declaró que “lanzar ataques mientras todavía existían canales diplomáticos abiertos es completamente inaceptable y profundamente lamentable”, marcando una división diplomática inédita dentro del bloque.
El trasfondo nuclear
Las tensiones entre Irán y Occidente escalaron desde que Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear en 2018, durante la primera presidencia de Trump. Desde entonces, Irán intensificó su programa de enriquecimiento de uranio, sin alcanzar aún niveles que indiquen una producción armamentista. Israel, que nunca confirmó públicamente poseer armas nucleares, ha manifestado en reiteradas ocasiones su intención de impedir que Teherán las desarrolle.
La posición iraní, según fuentes diplomáticas citadas por medios internacionales, es que solo retomará el diálogo nuclear si Israel cesa su campaña militar. Mientras tanto, las acciones bélicas siguen intensificándose, y el temor a un conflicto de gran escala en Medio Oriente vuelve a sacudir a los mercados y a las principales capitales del mundo.