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El País

Bahía Blanca, a un mes del horror y la tragedia: entre la reconstrucción y el dolor

El hallazgo reciente del cuerpo de una niña de cinco años —mientras continúa la búsqueda de su hermanita menor— reavivó el duelo colectivo.

A 30 días de las inundaciones del 7 de marzo que arrasaron Bahía Blanca y dejaron 17 personas fallecidas, la ciudad intenta ponerse de pie. Aunque los servicios públicos fueron restablecidos, la comunidad aún enfrenta graves secuelas físicas, emocionales y sanitarias. El hallazgo reciente del cuerpo de una niña de cinco años —mientras continúa la búsqueda de su hermanita menor— reavivó el duelo colectivo.

La jornada del desastre comenzó temprano. Juan Cruz Vallejo, un camionero de 33 años, acababa de acostarse tras una noche de trabajo cuando su hijo lo despertó con una frase que jamás olvidará: “Papá, hay agua en la casa”. En pocas horas, la ciudad recibió más de 400 milímetros de lluvia, provocando el colapso de calles, puentes y viviendas. La corriente engulló vehículos, destruyó hogares y sembró el caos.

“En 15 minutos teníamos un metro y medio de agua en nuestra casa”, relató Vallejo, vecino del barrio General Daniel Cerri. Logró poner a salvo a su esposa y a su hijo Amadeo, quien desde el techo del auto los miraba con temor. “Mi nene me había pedido una pileta. Y yo le dije: ‘¿Vos no querías una pileta? ¡Mirá qué piletón!’. Se rió y nosotros respiramos profundo”.

Como él, cientos de vecinos vivieron escenas similares, algunas con desenlaces fatales.

 

Una ciudad golpeada y en estado de alerta

Cristian Bolado, subsecretario de Emergencias y Desastres de la Cruz Roja Argentina, comparó lo vivido en Bahía con la trágica inundación de La Plata en 2013. “Este es un lío más grande que el de La Plata”, señaló. Desde que se declaró la emergencia, la Cruz Roja participa en tareas de rescate y asistencia, y permanecerá en la zona al menos hasta octubre.

Bolado advirtió que, aunque se normalizaron servicios como el transporte público y la electricidad, la emergencia sanitaria recién comienza. Bronquitis, diarreas, mareos y afecciones respiratorias afectan a cientos de personas, en especial niños y adultos mayores. Pero el impacto más profundo es invisible: la salud mental de una población traumatizada.

“La catástrofe empieza cuando termina la catástrofe”, reflexionó el especialista.

 

Animales rescatados y escenas desgarradoras

Otro de los frentes olvidados fue el rescate de animales. Fernando Pieroni, presidente de la Fundación Planeta Vivo, participó de numerosas acciones de salvataje. “Sentíamos que estábamos en una película apocalíptica”, confesó. En una ocasión, mientras trasladaba insumos desde el inundado Hospital Penna, subió a dos niños a su bote. Al levantar la vista, el padre de los chicos le dijo: “Por favor, salvalos”. “Pensé qué escenario extremadamente letal habría visto ese hombre para rogar a un desconocido que resguarde a sus hijos”, recordó Pieroni, aún conmovido.

 

¿Una tragedia evitable?

Según Agostina Rossi Serra, bióloga de Greenpeace, lo sucedido no es un hecho aislado. “Lo ocurrido en Bahía Blanca es un reflejo de la crisis climática que estamos atravesando. Las lluvias extremas serán cada vez más frecuentes”, afirmó.

Rossi Serra sostuvo que la tragedia demuestra la urgencia de implementar políticas públicas integrales: “Debemos proteger ecosistemas, adaptar infraestructura, fortalecer alertas tempranas y abandonar progresivamente el uso de combustibles fósiles”.

 

La vida después del agua

Hoy, decenas de familias siguen sin poder regresar a sus hogares. Los que volvieron, conviven con el miedo y el vacío. Como expresó una vecina que lo perdió todo:

“Habrá que aprender a vivir con una alerta meteorológica en el alma”.

A un mes del desastre, Bahía Blanca sigue de pie, empujada por la solidaridad y la esperanza, pero con cicatrices que tardarán mucho en sanar.

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