“Me contrataron de una empresa de seguridad para cuidar la nueva traza de la ruta 38 Monteros-Famaillá, sobre ruta 325 que sale a Monteros. En un terraplén alto con paso cañero dejaron una máquina motoniveladora para cuidar durante la noche”, relata Mauro, el empleado de seguridad que llegó en su auto a las 23 preparado con una linterna, un termo y el mate para pasar la noche.
“Con el correr de las horas el frío se hizo intenso y me quedé adentro del auto. Pasadas la 1.30, me bajé para estirar las piernas y, linterna en mano, caminé un poco por el lugar hasta un árbol (pacará) en donde vi velas encendidas. Me acerqué y lo que hallé fue una brujería por los elementos que ahí había. Me quedé helado y en silencio me volví”, narra el seguridad, hasta que pasó lo inesperado: “De golpe sentí que algo pesado zapateaba en el techo de la máquina”.
Ante el ruido ensordecedor, Mauro tomó una decisión: “Del miedo cerré los ojos y comencé a escuchar una risa terrorífica de una mujer burlándose. Miraba e iluminaba por todas partes con la linterna, pero no había casas cerca y me hablaba a mí mismo ante esa situación: ‘No puede ser, esto no está pasando’, me decía. Hasta que fui y me metí en el auto a resguardarme porque tuve miedo”.
El empleado lo cuenta como si lo viviera en este preciso momento que lo relata en Tucumán Paranormal: “Tenía la sensación de que había algo afuera cuando de repente me movieron el auto. Miré para todos lados y solo había oscuridad. Saqué un rosario que tenía colgado en el espejo retrovisor de mi auto. Y fue ahí cuando sentí como si tiraran piedras pegándole a la máquina y muchos ruidos a mi alrededor: como si corrieran alrededor mío”.
El pánico se apoderó de Mauro quien, como muchísimos tucumanos y tucumanas harían en esta situación, se aferró a la fe: “En voz alta me puse a rezar levantando el rosario en mi mano y escuché un grito desgarrador detrás mío de no creer que me hizo temblar. Después de eso, recé un poco más, me metí de nuevo en el auto a escuchar la radio y la noche se calmó. Me fui cuando llegó el primer operario, pero esa experiencia nunca la olvidé”.