Ramón es un remisero que trabaja en el turno noche de ciudad Capital. En una de sus largas jornadas, vivió un estremecedor episodio que lo dejó congelado por varios días y que hoy, finalmente, decidió contar. Y te lo traemos en exclusiva en Nuevo Diario.
"Tengo muchos años en la profesión y estoy acostumbrado a andar de noche, y no solo quedo en la Capital sino también me extiendo a los alrededores si es que me piden el servicio. Todo suma para la economía de la casa. Pero lo de este 1 de noviembre me hizo replantearme muchas cosas", comienza contando.
"Esa noche recibí la llamada de una cliente habitual que tengo agendada. La señora es grande y generalmente suele pedirme el servicio porque su familia no vive aquí y hace recorridos bastante largos. Apenas recibí el llamado me mandé de inmediato, y llegué rápido porque estaba a unos 10 kilómetros nomás", detalla Ramón.
"En lo que estaba llegando, vi a un nene, no debía pasar de los 8 años, en medio de la oscuridad de la calle. A pesar del cag*zo que pueda dar, era bastante escéptico y me paré para ayudarlo, más teniendo en cuenta que era una zona peligrosa. Estaba muy asustado el pibe y le pregunté por sus papás, pero no me contestó. Lo hice que suba al taxi para llevarlo con ellos, y ahí empezó la pesadilla", relata.
"El nene, o lo que yo pensaba que era un nene, se subió atrás y se tapó con la colchita que uso de funda en el asiento, como si tuviera frío. No hacía calor, pero tampoco es que hiciera frío, pero no le di importancia y le seguí preguntando por los papás. Ahí fue cuando me contestó que se lo habían olvidado, y parecía cada vez más inquieto. Yo intentaba tranquilizarlo, pero no podía. Cada vez que le decía que no se lo habían olvidado y que debió ser sin querer, el chico me repetía que lo habían olvidado, con una seguridad que ya me empezó a dar miedo", cuenta.
"Cuando le pregunté a dónde habían ido sus papás, me dijo que lo último recordaba es haberse ido a dormir mientras ellos discutían, y que en sus sueños los escuchó diciendo que él se había muerto, y que después se despertó en el lugar donde yo lo encontré. Imaginate, en medio de la noche con un nene atrás y que te diga eso, ya estaba cag*do de miedo mal. Pero lo peor ni había pasado. Ahí fue cuando me di vuelta para verlo y no había ningún nene, encima de la colcha habían moscas y algo que parecía un cuerpo chico muy podrido. Yo salí corriendo del horror que me dio, dejé las llaves puestas y todo, no me importó. Corrí por mi vida, y lo peor es que el olor a podrido que sentí al darme vuelta me perseguía", sigue.
"Apenas llegué a la avenida me tomé el taxi de un colega y me fui a la comisaría a denunciar, entre la locura no pensé ni qué les iba a contar. Quedé muchísimo peor cuando les dije lo que había pasado y me responden que la descripción del pibe que les di se asemejaba a un caso de unos meses atrás. No me importó nada, les pedí que me cuiden el auto y me volví a mi casa, donde me tomé 3 pastillas para dormir. Ya ni me acordaba que me había llamado la señora para que la busque", subraya.
"Cuando me levanté llamé a la comisaría y me dijeron que me habían resguardado el auto, que no pasaba nada, pero que no encontraron rastro de nada. Lo fui a buscar y recién ahí me acordé de la doña, así que la llamé pero demoraron un montón en contestarme. Me atendió una mina confundida y me preguntó qué quería. Cuando le pregunté por la señora, me dijo que ella era su hija y que su mamá había muerto hace un par de días. La sangre se me volvió a helar y casi se me cae el mundo. Quería pensar que todo fue un sueño, si no fuera por el hecho de que los policías me cuidaron el taxi toda la noche", finaliza.
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