La adicción al juego, también conocida como ludopatía, es un trastorno psicológico que se caracteriza por la incapacidad de controlar el impulso de jugar. En estos últimos años aumentó considerablemente entre los más chicos y adolescentes, tanto que los legisladores dieron media sanción en la Cámara de Diputados para regular el juego y las apuestas online.
En el programa La Voz de la Calle en C5N, Fernando se presentó como un "jugador compulsivo en recuperación", y contó en vivo en C5N que empezó de chico. "A los 16 años pisé una sala de juego y a los 18 años mientras mis amigos iban a bailar y salían yo quería irme al casino o ir a apostar".
"Es una enfermedad emocional, progresiva crónica y mortal. A los 19 años ya empezaba a tener deudas y a los 22 llegué a Jugadores Anónimos, obligado un poco por mi familia, pero no me quedé", agregó.
Contó que se alejó de su familia, mintió, robó, tuvo problemas en el trabajo, todo por su adicción al juego. Como trabajó desde chico y su madre falleció cuando era adolescente, empezó a sacarle dinero a su hermana. "Requiere un tratamiento, y fue ella quien me llevó porque estaba robando dentro del grupo familiar".
El caso de Mariano es similar, empezó en un pool de Caseros, empezó a apostar a los caballos, después a la quiniela clandestina, y de grande empezó con los casinos. "A los 19 años empecé en el Bingo que estaba en Lavalle y desde ahí no me levanté".
Explicó que "el dinero en sí no tiene valor, sino que lo que los atrae y fascina es el apostar". Además, reveló que le sacó dinero a su abuela de 90 años mientras estaba con ella y le sacaba la jubilación de los cajones. Esta es una de tantas historias que hoy pueden contar.
"Nunca tuve culpa porque robaba para hacer lo que me gustaba. Recién cuando entras en recuperación, en Jugadores Anómimos, cuando empezas a trabajar estas situaciones", enfatizó.
Cómo es la recuperación de los ludópatas
JA es un programa de recuperación para ayudar al jugador compulsivo que sufre. Desde gente grande hasta adolescentes, de las escuelas, y porque hay un solución. "No estamos exentos de volver a serlo. El final es cárcel, locura o muerte, no importa la edad".
Es gratuito, confidencial, y que enseña que "se puede vivir sin apostar", detallaron como parte del mensaje de amor y esperanza, que transmiten a los adolescentes que ven en las escuelas.
Mariano repitió: "Nos pasa que dentro de las charlas hay docentes, maestros, preceptores y les da vergüenza reconocerlo delante de ellos. Pero cuando se van nos confiesan que están apostando".
Cómo detectar que un hijo está apostando
Hay que tener en cuenta que cuando el chico se aísla, de sus amigos, cambia sus salidas para quedarse jugando, cambia el comportamiento, esas son las señales de alarma. "Hasta que mi familia entendió que era una enfermedad, pensaban que era otra adicción", comentó Fernando.
Relató que pasó hasta 16 horas jugando en una sala. Mariano remarcó que hace 23 años está en JA y pudo recuperar sus amistades. "Dentro de la comunidad uno encuentra a los verdaderos amigos y pude blanquear todo lo que me pasó".
Quiénes pasen por un caso de este tipo o quieran ayudar a un enfermo del juego pueden recurrir a JA en el teléfono 11 4412-6745 línea vida: los 365 días del año, las 24 horas.
Entre las anécdotas sobre la enfermedad resaltaron que "estuve varios días sin comer" y "me jugué la plata para volver de otro país". En la entrevista dejaron en claro que, no se trata de tener sólo voluntad de dejarlo, sino que se debe pedir ayuda. Además, que hay atención para los familiares de jugadores compulsivos con herramientas y acompañamiento para ayudarlos.