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"Hoy la escuela es el único lugar de encuentro con el diferente"

La especialista en educación investiga desde hace veinte años cómo se construyen los vínculos y cómo se resuelven los conflictos en la secundaria. El lunes presenta su libro en la Feria del Libro.

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Crédito: Jorge Larrosa

A lo largo de dos décadas de trabajo como investigadora, Lucía Litichever es dueña de un capital escaso y valioso: un sensor preciso de lo que ocurre puertas adentro de las escuelas, enfocado en la convivencia escolar y los vínculos que se tejen en esta institución a la que hoy -y podría decirse que permanentemente- se acusa de estar "en crisis". Esto es lo que se dedicó a estudiar, específicamente en las escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires, desde su licenciatura y a lo largo de toda su carrera, esta doctora en Educación por la UBA, magíster en Ciencias Sociales y maestra de nivel primario.

¿Cómo resuelve la escuela -lo que equivale a decir, sus integrantes, estudiantes y docentes- los conflictos que inevitablemente la atraviesan? ¿Cómo la marcó la pandemia y cómo marcó a las y los jóvenes? ¿Cómo irrumpen las nuevas tecnologías y cómo afectan a los vínculos? ¿Es posible pensar en escuelas más o menos democráticas, más o menos respetuosas en términos de derechos y obligaciones? ¿Y cómo fueron cambiando en estos últimos años los acuerdos y convivencias en la escuela? Litichever ha abordado estas y otras cuestiones, podría decirse, "poniendo los pies en el barro" de la escuela, abordando trabajos sistematizados con entrevistas en profundidad a docentes, estudiantes y otros actores involucrados.

Las conclusiones de todo ese trabajo aparecen en La convivencia escolar. Notas sobre los vínculos en la escuela secundaria, el libro que acaba de editar Aique y que este lunes 28 de abril, a las 16, se presentará en la Feria del Libro. Será en la sala Domingo F. Sarmiento (Pabellón Blanco) y acompañarán a la autora otros reconocidos educadores y cientistas sociales: Isebelino Siede (autor también de uno de los prólogos del libro), Pablo Vommaro y Valeria Mikolaitis, con la coordinación de Roxana Perazza.

 

Sancionar y convivir

Los cambios que introdujo la Ley Nacional de Educación y que inciden en la idea de "convivencia escolar", explica Litichever en diálogo con Página/12, se fueron incorporando de a poco y con distintas intensidades en cada provincia y en cada escuela. En lo formal, se trató de dejar atrás el viejo régimen de disciplina que regulaba las conductas de las y los alumnos solamente con amonestaciones. "Una sanción que era igual para todas las situaciones, lo que cambiaba era la cantidad. Las amonestaciones simplemente se acumulaban y al año siguiente se volvía a foja cero. Sin posibilidad de reflexionar sobre esos comportamientos, incluso de relacionarlos entre sí, y menos de mirar al estudiante como un sujeto con derechos", observa la investigadora.

Pero ese cambio buscó introducir otros dispositivos pensados para "democratizar la escuela". Litichever rescata el acuerdo y el consejo de convivencia. "Hay una mirada más amplia en relación con los vínculos en la escuela, con la construcción del espacio común pero en el encuentro con el otro, el diferente, cómo pensar lo que es de cada uno y es de todos", destaca. "Se abre la posibilidad de involucrar a los distintos actores y poder generar espacios de participación en los que tengan voz estudiantes, familias, comunidad. Si esta institución tiene esta situación en particular, este contexto, esta historia, ¿qué normas nos tenemos que dar para convivir entre todos?", explica.

"Cuando los estudiantes participan en la elaboración de las normas, inevitablemente las sienten más propias, se sienten más amparados por esas normas. Hay una apropiación de esa norma, otro respeto que no es desde la arbitrariedad: si esa norma surgió como una necesidad, entonces se respeta más", compara. "No digo que en todas las escuelas efectivamente esto se aplique, pero cuando se hace y se hace con compromiso, los movimientos que se logran son muy interesantes".

 

Participación

Litichever observa que "hay un crecimiento de la participación de las pibas y los pibes en las escuelas, por ejemplo en todo el tema de ESI, es un tema que convoca y que demandan que se instale en la escuela. Demandan jornadas, demandan que se cumpla con la normativa en relación a eso. Y ahí aparecen jóvenes pensados más desde su lugar de sujetos de derecho", rescata.

-¿La escuela da lugar a esas demandas?

-Es difícil hablar de la escuela en general, algunas les dan más lugar que otras. Lo que sí detectamos es que muchas veces esas demandas por la ESI, o por las reglas que les imponen en relación con la apariencia (muchas escuelas insisten en cómo tienen que ir vestidos, los piercings, el maquillaje, el pelo, y hasta detalles más sutiles), todas esas disputas de parte de los estudiantes, son la puerta de entrada para la participación en aspectos más amplios. Son reclamos concretos que los ponen en situación de visibilizarse como sujetos de derechos, y que muchas veces después desencadenan otras instancias de organización y de demanda.

-¿Esa participación estudiantil continúa en aumento?

-En este último tiempo hay cierto aquietamiento en algunas escuelas de la participación. En las últimas entrevistas aparece que las chicas están más calladas, incluso ocupan menos lugares como presidencias del centro de estudiantes. Eso aparece. La escuela no está aislada del contexto y del afuera.

-Hay cierta idea instalada de que la escuela ya no puede nada: que quedó vieja, que ya no sirve, que está en crisis. Tu descripción, sin embargo, es de una escuela que funciona.

-Yo no digo que la escuela funcione de maravillas. Pero rescato una función primordial, y digo que hoy por hoy es el único lugar en el que esto es posible. Pese a todo, la escuela sigue siendo la institución que permite el encuentro con otros, diferentes, por un tiempo prolongado. Es el lugar en el que se encuentran chicos y chicas que vienen de diferentes contextos, con historias diferentes, con familias y costumbres diferentes. Y tienen que convivir, tienen que encontrarse y ver cómo resuelven situaciones. También entre generaciones distintas, adultos y jóvenes tienen que encontrarse.

No sin conflictos, porque parte de la convivencia, y parte de lo que hace al vínculo, es justamente el conflicto; el tema es cómo se resuelve ese conflicto. No es esperable que la escuela no tenga conflicto, la pregunta es cómo lo resolvemos, qué hacemos, qué estrategias encontramos, no por qué hay conflicto.

En ese sentido creo que la escuela sigue siendo una institución potente, la única o la que más fuertemente hoy da lugar al encuentro y la convivencia. En otras épocas había más oportunidades en el barrio, el club, el sindicato, el partido político, el trabajo. Hoy hay menos posibilidades de encuentro real, cuerpo a cuerpo, no virtual. Y la escuela sigue siendo el lugar para eso, aunque no termina de funcionar en algunas cuestiones.

Con información de Página 12

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