Desde el comienzo de la nueva temporada, que fue récord en cuanto audiencia televisiva en todas las ediciones de la versión argentina del reality, Gran Hermano es la sensación del momento no solo en la agenda televisiva sino tambien en las redes. En medio de su demoledor éxito, una pregunta no logra ser silenciada: ¿Es real " Gran Hermano"?.
En la larga historia del reality más popular del país, que comenzó allá por el 1999, cuando la votación no elimina al participante que el televidente quería afuera de la casa, no es extraño escuchar la ya clásica queja: "Y bueno, está todo guionado". El rumor de la manipulación por parte de la producción volvió para la actual edición.
Sin embargo, si es el caso que Telefé se encarga de escribir guiones para sus 18 protagonistas y entregarlos sin que las 36 cámaras que transmiten las 24 horas lo vean, nunca fue probado. Hasta ahora: con la excusa del regreso de "Gran Hermano Argentina" , una productora salió adelante y confirmó lo que todos sospechábamos: "Sí, es verdad, está todo recontra guionado".
Así lo afirmó Luciana Porchietto, guionista en la edición 2007 en su artículo para la revista Anfibia. Sin embargo, el testimonio de la licenciada en Letras no es la confesión que los internautas imaginaban. Recordando su propia experiencia en la isla de editores durante el año que coronó a Marianela Mirra como ganadora, Porchietto explicó el truco detrás de la magia del certamen.
Según su explicación, el detrás de escenas de " Gran Hermano 2022" no sería muy diferente a la sala de control de la Matrix: una serie de pasillos con computadoras frente a las cuales un equipo de "editores, productores de edición, directores y guionistas, con sus asistentes" se toman turnos de 8 horas para monitorear todos y cada uno de los movimientos de los participantes.
"Mientras mira, escribe una especie de resumen de los acontecimientos y resalta aquello que le parece importante. Cada tres horas, lleva esas planillas a las islas de edición. Ahí, las recibe el productor de edición, que en realidad es el último eslabón del equipo de guion: junto con un editor, convierte esas tres horas de material crudo en una nota de dos o tres minutos sobre un tema determinado", relató Porchietto.
Y es ahí donde sucede la magia, donde la manipulación decide qué se ve y qué no: "¿Qué historia seguimos, dónde ponemos la atención de las cámaras, de la escucha? ¿Confiamos en el conflicto o nos jugamos por la tensión sexual? Casi como si fuéramos grandes pensadores, podemos decir: ¿qué recorte hacemos de lo real?".
En ese pase de papeles se decide si se mostrará la última pelea entre Maxi y Juliana o el juego de imitaciones de Alfa en la cocina, si se planteará la posibilidad de complot entre Coti y Conejo o se escuchará la trágica infancia de Daniela, si se compartirá el repudiable comentario de Romina sobre el cuerpo de Julieta o sus ricas recetas con las que alimenta a toda la casa.
Verdaderamente, los guionistas de "Gran Hermano" no hacen más que los propios televidentes argentinos cuando publican sobre su día a día en las redes sociales, decidiendo que parte de la jornada les ganará la reacción de sus pares. "El guionista no tiene que crear una trama, sino que tiene que ir a la caza de esa historia que está sucediendo sin que él intervenga", asegura la exguionista del certamen.
Al final del día, lo cierto es que la realidad nunca dejó de vencer a la ficción: "Sería tonto intervenir sobre estas historias, darle indicaciones de guion -entendido en tanto ficción- a los participantes, porque lo que el reality tiene servido es lo que la ficción busca denodadamente: una emoción real, que no sea el invento de un autor sino que se parezca a la verdad del personaje. Esa emoción está ahí, al alcance de la mano. Sólo hay que captarla y editarla".