El conflicto entre Israel y Hezbollah ha tomado un nuevo y alarmante giro con la reciente participación del ejército libanés en los combates. La muerte de un soldado libanés por fuego israelí ha sido el catalizador de la primera respuesta militar directa del Líbano en casi un año. Este evento marca una escalada peligrosa en un conflicto que ha estado al borde de la ebullición durante meses, y abre preguntas sobre el futuro de la región y las repercusiones internacionales.
El bombardeo israelí en la zona de Bint Jbeil, que provocó la muerte de un segundo soldado, ha cruzado un umbral crítico. El hecho de que el ejército libanés, generalmente cauteloso en su intervención directa contra Israel, haya respondido con fuego es indicativo de una situación que ha sobrepasado los límites de la contención. Los combates anteriores habían sido mayormente limitados a Israel y Hezbollah, pero ahora las fuerzas armadas de Líbano están involucradas. ¿Será este el inicio de una guerra abierta entre ambos países?
Los ataques israelíes en Beirut, particularmente en el suburbio sur de Dahye, un bastión de Hezbollah, han sido parte de una ofensiva continua contra el grupo militante. La destrucción de la oficina de medios de Hezbollah en el barrio de Muawad es simbólica: el control de la narrativa en los conflictos modernos es crucial, y al atacar un centro de comunicaciones, Israel no solo busca dañar la infraestructura militar de Hezbollah, sino también su capacidad de propaganda. Sin embargo, los bombardeos más allá de los bastiones tradicionales del grupo, extendiéndose a zonas más amplias de Beirut, generan un creciente número de víctimas civiles y elevan las tensiones.
Lo que más inquieta es la posibilidad de que este conflicto se amplíe aún más. El reciente ataque de Irán contra Israel, en represalia por la muerte del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, demuestra que la influencia iraní en este conflicto sigue siendo significativa. Irán, un aliado clave de Hezbollah, ha aumentado su agresividad en la región y ha lanzado misiles como parte de su respuesta. Con el apoyo militar ruso a Irán, a través del suministro de armamento y su alineación política, la intervención de otras potencias internacionales parece inevitable.
La respuesta internacional hasta ahora ha sido de condena y preocupación, pero insuficiente para frenar la escalada. La decisión de Israel de declarar persona non grata al secretario general de la ONU, António Guterres, refleja un profundo desprecio por los esfuerzos diplomáticos y las instituciones internacionales, una señal de que las negociaciones y la moderación no están en la agenda inmediata de las partes involucradas.
Frente a este panorama, surge una pregunta inevitable: ¿puede evitarse una guerra abierta en Líbano? La participación del ejército libanés y la respuesta contundente de Israel sugieren que las líneas rojas han sido traspasadas. Si no se logra una intervención diplomática seria, las consecuencias serán devastadoras para la región. Líbano, que ya se encuentra en medio de una crisis económica y política, no puede permitirse un conflicto militar a gran escala. Tampoco la región soportará una escalada que implique a potencias como Irán y Rusia en un enfrentamiento directo con Israel.
El papel de la comunidad internacional, particularmente de actores influyentes como Estados Unidos y Rusia, será crucial para evitar una catástrofe mayor. Sin embargo, las tensiones actuales y los intereses opuestos hacen que una solución pacífica parezca más lejana que nunca. Mientras tanto, la población civil, atrapada en medio de este juego de poder, sigue siendo la mayor víctima de un conflicto que, si no se frena, podría convertirse en una de las peores crisis de Oriente Medio en décadas.
Por Dalton Sayago, redacción del Nuevo Diario.