Rosh Hashaná es el año nuevo judío, que recuerda la creación del ser humano y el juicio Divino sobre cada individuo. Se celebra el 1 y 2 del mes hebreo de Tishrí (este año 2024, desde la puesta del sol del miércoles 2 de octubre hasta el anochecer del viernes 4 de octubre).
Próximos a Rosh Hashaná, entrando en el año 5785 del calendario hebreo, es el momento propicio para plantear nuestro rumbo como individuos y como sociedad: ¿Estamos actuando con responsabilidad y solidaridad para mejorar a la sociedad y cuidar la creación Divina o estamos persiguiendo solo nuestros propios intereses?
El balance que nos debemos es fácil de describir pero difícil de implementar en la práctica: en el comienzo del año, reflexionamos sobre nuestras acciones y proponemos un proyecto de cómo mejorar nuestra conducta. Mediante una meditación profunda y el uso del juicio crítico de cada uno de nosotros, nos enfrentamos a nuestros éxitos y fracasos y planteamos un plan de acción superador que nos encamine en la senda del bien y la rectitud.
Esta reflexión no tiene que quedarse en lo superficial ni en la individualidad sino que debe expandirse a todos los ámbitos de la vida: la relación de pareja y con los hijos; los amigos; los empleados, empleadores y compañeros de trabajo; las relaciones comunitarias, sociales y nacionales. En suma, se trata de despertar y hacer un llamado a la reflexión para mejorar la condición de cada persona en su individualidad y en su generalidad.
Para lograr el objetivo de mejorar, hay una condición indispensable: estar dispuestos a cambiar. Para ello, tenemos que fomentar la inteligencia emocional: una persona con un corazón noble puede cometer errores pero tiene una brújula que le indica que debe rectificarlos. Lo esencial, a fin de cuentas, es la predisposición y la voluntad de la persona para generar un cambio real y positivo y así transformarse a sí mismo y al mundo para ser mejores que antes.