Sandra López tiene 30 años de servicio en el Servicio Penitenciario provincial y, actualmente, es la directora del Penal de Mujeres de Santiago del Estero. Una vida dedicada al acompañamiento de internas a quienes ayuda, junto a su equipo, a reinsertarse en la sociedad.
Sandra es madre, esposa e hija. Fue la primera mujer en llegar a la dirección del Centro de Guarda, Custodia y Tratamiento de Menores en conflicto con la Ley Penal. Para luego desembarcar en la unidad carcelaria ubicada de calle Posadas.
“Trabajar aquí, en el Penal de Mujeres, es realmente una labor con sacrificio y honor porque nosotras somos madres, esposas y abuelas algunas; entonces dejamos nuestros deberes de familia cuando cruzamos este portón para dedicarnos a cada una de las internas”, arrancó destacando la funcionaria a Nuevo Diario.
Al tiempo, remarcó: “Cada una tiene situaciones problemáticas distintas, sus delitos son distintos, por los cuales nosotras no las juzgamos y tratamos de que esa mujer se pueda reivindicar para el mañana”. En la unidad carcelaria, las internas pueden acceder tanto a la escolarización primaria, como secundaria. Según indicó López, ante el deseo de las internas de continuar una carrera universitaria, tanto la directora general del Servicio Penitenciario, a cargo de María Soria; el subsecretario de Justicia, Dr. Ramiro Santillán, y la ministra de Justicia de la Provincia, Dra. Matilde O’Mill, están haciendo los trámites para realizar un convenio con la universidad para que las internas puedan acceder a una carrera.
En su día a día, en la “vida entre muros”, las detenidas cuentan con un equipo de profesores de Educación Física, profesora de Yoga y profesora de Música. Además, realizan talleres de labor-terapia donde realizan costura y bordado. En el Penal de Mujeres se albergan en total 48 internas, entre reclusas provinciales y federales, que son de otra nacionalidad como peruanas y bolivianas.
En la vocación de ayudar a la mujer a reinsertarse en la sociedad, la directora remarcó: “Nadie está aquí para juzgar, la verdad que aquí nadie juzga el delito. No, como experiencia por mis años de trabajo en la institución donde me ha tocado ver mujeres que han venido sufridas, maltratadas, con historias de vida, la verdad, lamentable, solo somos mujeres tratando de ayudar a otras mujeres a reinsertarse. Verlas después cuando se van, con un cambio rotundo es importante. Siempre les digo que deben verse en el espejo y ver el cambio. Ver la otra imagen que como mujer es bellísimo y que ellas siempre fomenten y trabajen el proyecto de vida que van a tener el día que salgan. Porque en realidad este tiempo que les toca transitar por esta unidad, ellas valoran lo que son sus hijos, el tiempo que perdieron de disfrutar a sus hijos. Ellas proyectan en recuperar el tiempo con sus hijos, conseguir un trabajo. Todo eso hace que ellas espiritualmente también se sientan bien”.
Mientras el tiempo transcurre, las reclusas y el personal que trabaja en el Penal terminan convirtiéndose en familia. Por ello, las agentes penitenciarias tratan de brindarles el acompañamiento correspondiente: “Ellas en algún momento reconocen su error, lamentan la situación y sobre eso trabajamos, porque para eso nos capacitamos para poder llevar a esa persona de reconocer su delito, donde nosotras no las juzgamos, a trabajar para que puedan superar en estudio, trabajo y aprendiendo cosas nuevas”.
Finalmente, agregó: “El tiempo que pasan aquí es para valorar lo que ellas han tenido y han perdido y no lo han sabido disfrutar. Este tiempo de encierro ellas lo ven de otra manera, porque aprenden. Cuando ingresan es todo un proceso de confeccionar su historia criminológica por lo que contamos con un equipo que acompaña a la interna. Hay veces que vienen con un modelo o forma; pero nosotras con el tiempo después que ingresan pueden ver que no es nada de lo que les han dicho. Hacen sus trabajos normales. Se trabaja primero sobre la persona intimidada, se trabaja sobre ella hasta que se adapta”.