Una joven trabajadora decidió hacer pública la lamentable situación que vive desde hace tiempo con el encargado de una playa de estacionamiento céntrica. Lo contó a través de Facebook y este medio la contactó para conocer los pormenores de la situación.
Según relató, dicha playa cuenta con una especie de pasillo de ingreso, de aproximadamente 15 metros, pasados los cuales se llega a la zona de automóviles. Hay otra parte que es “como una casa adaptada”, cuenta la víctima, con sus respectivas “habitaciones”, y es allí donde suelen guardar, principalmente, las motocicletas.
“El pasado lunes (24 de abril) cuando salí del trabajo, fui a retirar la moto que dejé temprano allí. Eran poco menos de las 13 horas. Cuando llego, él estaba sentado en una silla, en la puerta de esa ‘casa’. Me ve llegar y se apura en ir a sacar mi motocicleta, pero la deja dentro de esa zona, casi contra la pared, y él se para a un metro del vehículo, incomodándome”.
La damnificada cuenta que en todo momento sintió esas “miradas” que millones como ella soportan a diario alrededor del mundo. Intentaba no darle la espalda, pues era aun más incómodo.
“Estaba cerca y me miraba. Yo estaba en la parte de la ‘cola’ de la moto, y él, a la altura de la rueda trasera. Le pregunté: ‘¿Se va a quedar ahí?’. ‘¿Ahí dónde?’, me respondió. ‘¿Se puede correr un poquito, por favor? Porque me está incomodando’, agregué, y me empezó a levantar la voz, diciendo que ese es su lugar de trabajo, ‘ese metro cuadrado’ donde estaba la moto”.
Al día siguiente, arribó cerca de las 7.25 para guardar el rodado, pero eligió dejarlo “debajo de un techito” que hay en la playa. Fue entonces cuando el encargado se acercó y le habló de manera muy prepotente. La chica decidió grabarlo, y en ese material —al que accedió Nuevo Diario— se oye decir al sujeto: “Señora, o señorita, no sé cómo hay que tratarte, te voy a pedir que te retires, porque ayer me has faltado el respeto. ¿A un metro te molesta que me ponga?, ¿alguna vez quise abusar de vos?”.
La víctima le reiteró varias veces que solo le había “pedido amablemente que se corriera porque la incomodaba estando tan cerca”.
Esto encolerizó más al individuo: “A mí no me importa tu sexo ni lo que vos tengas en la cabeza. No voy a dejar que cualquier basura me venga a increpar. Agarre su moto y mándese a mudar. No la quiero más aquí. Ahí está la calle, váyase a cualquier estacionamiento”.
La chica se retiró y, temblando, fue a la Policía. Sin embargo, allí le dijeron que solo podían dejar asentada una “exposición reservada, porque no hubo amenazas ni contacto físico”.
Cerró el diálogo con un pedido: “Yo quiero que este señor se disculpe, que cambie de actitud y se dé cuenta que ya no son los años 40, que no está bueno lo que está haciendo. Solo eso”.
