"Los entiendo, pero mi obligación también es mantener la estabilidad del país". Con esa lapidaria frase, el ministro de Economía, Sergio Massa, lograba un hito: obtener el respaldo del Fondo Monetario Internacional para intervenir en el mercado financiero nacional.
Pongámonos en contexto: este martes, la brutal escalada del dólar blue llegó al insoportable límite de los $500, valor que rozó y con el que amagó cerrar, para después descontar 5 puntos y culminar la rueda en 495. En menos de una semana, la divisa informal pegó un salto de casi $100, batiendo varios récords en el proceso, lo que instaló un justificado pánico en la sociedad por el rumbo de la economía de nuestro país.
La corrida bancaria, dicen desde el oficialismo, fue impulsada por los especuladores de siempre. Mientras Alberto Fernández señalaba a la derecha por esta "práctica permanente", el ministro de Economía lanzaba duras advertencias que, en principio, no fueron tomadas en serio. Con un firme temperamento, Massa adelantaba que iba a usar todas las herramientas del Estado para controlar la situación, sin importar a quién se lleve por delante. Y así lo hizo.
Este mismo martes 25 de abril, la Unidad de Información Financiera (UIF) y la Comisión Nacional de Valores (CNV) comenzaron con los allanamientos a los agentes de bolsa de Buenos Aires, después de que Sergio Massa les alzara el pulgar. El objetivo de la ocasión fue TPCG Agente de Valores SA, y todo apunta a que estos procedimientos serán recurrentes en cuanto a "controlar la situación" se refiere.
Si había algo que le impedía al Ministro "usar la lapicera" era el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Por lo suscrito, el Estado no debía intervenir en los mercados financieros bajo ninguna instancia. Y fue entonces cuando Massa, una vez más, logró una proeza.
Más allá del color político y la afinidad particular para con Massa, su accionar fue destacable. Lo primero que hizo el FMI ante semejantes declaraciones del titular de Hacienda fue, por supuesto, advertirle sobre el incumplimiento de las metas. Es algo con lo que el FMI, por su naturaleza de organismo monetario, es rígido.
Pero la rigidez no amedrentó al Ministro, que terminó poniendo al Fondo de su lado. "Mi obligación es mantener la estabilidad del país", fue la frase que destacan fuentes del Mecon, y que tiene un significativo impacto en nuestra relación con el FMI. No trascendió cómo, pero esta vez fue Massa el que le marcó los límites al prestigioso Fondo Internacional.
Minutos después, el organismo anunciaba su respaldo al Ministro y avalaba la eventual intervención en los mercados financieros.
"Cada vez que vea especulación, Massa va a intervenir", adelantan desde el Ministerio. Hasta Cecilia Moreau salió a advertir, presumiblemente enterada de lo expuesto, sobre que conocerán al "verdadero Massa", es decir, al de la política, y no el que "trabaja 16 horas por día y dialoga con todos".
Todo apunta a que este miércoles, las ruedas operativas financieras dejarán la tendencia verde para comenzar un camino descendiente, aunque eso todavía está por verse. Lo que no está en duda fue que, esta vez, fue Massa quien logró adecuar al FMI a la situación, y no viceversa.
Por Facundo Xavier Ferrera Flores, para Nuevo Diario