Luján Gerez, directora del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, expuso con firmeza su postura crítica respecto a los datos oficiales de inflación durante su participación en el ciclo Actualidad Política. En la entrevista, la especialista en economía social analizó el impacto real de la suba de precios en los hogares santiagueños y advirtió que la supuesta baja inflacionaria anunciada por el Gobierno “no se refleja en los bolsillos”.
El instituto realiza mensualmente el Índice Barrial de Precios (IBP), un relevamiento que mide la evolución del costo de la canasta básica alimentaria y total en barrios populares. Según Gerez, los datos que manejan distan considerablemente de los difundidos por el INDEC:
“Nuestro informe indica una variación mensual superior al 3%, más del doble del 1,3% que informa el INDEC para la región del NOA”, explicó.
Además, señaló que en lo que va del año, la inflación acumulada ronda el 15% según sus mediciones, frente al 13% oficial, y que la variación interanual en la canasta básica total alcanzó el 34%.
“No se puede festejar cuando no se puede llenar la olla”
Gerez fue contundente al calificar de “paradójico” el discurso oficial que celebra la desaceleración inflacionaria mientras millones de personas no logran cubrir sus necesidades básicas.
“Salimos con cien mil pesos al almacén y no compramos más de cinco o seis productos. ¿Qué se festeja?”, se preguntó.
Criticó además la metodología del INDEC, basada en una Encuesta Permanente de Hogares que no se actualiza desde hace más de una década, lo que –sostiene– no refleja los hábitos reales de consumo actuales, en los que gran parte del ingreso se destina a alimentos y servicios básicos.
Comer menos y peor: la otra cara de la recesión
La titular del instituto alertó también sobre las consecuencias sociales de la recesión que, según aseguró, ya está instalada profundamente en la vida de las familias.
“Los salarios no alcanzan y la gente cambia su forma de alimentarse. Reducen porciones, reemplazan alimentos por infusiones o compran productos fraccionados. Esto tiene consecuencias graves para la salud, especialmente en niños y adultos mayores”, advirtió.
Gerez remarcó que los aumentos de precios en alimentos como carne, yerba y café son persistentes:
-La nalga ronda los $15.000 el kilo,
-El asado se vende a $9.000,
-El pollo cuesta entre $3.800 y $4.000,
Y la yerba “económica” ya supera los $1.900.
Mientras tanto, los salarios crecen por debajo del 2% mensual, lo que fuerza a las familias a hacer malabares para estirar sus ingresos. Según el relevamiento barrial, esta situación no solo afecta a consumidores sino también a pequeños comerciantes que, para no perder clientes, deben absorber costos y vender con escaso margen de ganancia o incluso a pérdida.
Una crisis que también golpea a los jubilados
Uno de los puntos más sensibles que destacó Gerez fue el drama que atraviesan los adultos mayores con jubilaciones mínimas.
“Hay abuelos que deben elegir entre tomar leche o comprar medicamentos. Esa es la crudeza que hay que nombrar”, dijo.
También indicó que muchas familias reemplazan alimentos esenciales por opciones que solo sacian el hambre, pero no nutren, lo que a largo plazo deteriora la salud y calidad de vida.
Una necesidad urgente de políticas activas
La economista cerró su participación llamando a una reflexión profunda sobre el modelo económico actual:
“No hay decisión política de acompañar a ningún sector efectivamente. Necesitamos medidas que impulsen el trabajo, contengan a los comercios y garanticen que las familias puedan alimentarse como corresponde”.