Milei pasó dos mensajes muy fuertes ni bien se puso en marcha el esquema de bandas cambiarias. El primero fue dirigido al campo: “Apúrense a liquidar porque a fin de junio volvemos a subir las retenciones”. Y el otro apuntó directamente a los inversores: “Vamos a salir a comprar cuando el dólar llegue al piso de la banda, es decir a $ 1.000. Antes no vamos a intervenir”.
El acuerdo firmado con el FMI estipula que el Gobierno debería comprar unos USD 5.000 millones para cumplir con la meta estipulada en junio. Primero se especuló que podría ocurrir en el medio de la banda cambiaria, pero el propio Presidente fue quien aclaró que solo lo harán en el piso de la misma, publica Infobae.
Las dos señales del presidente fueron lo suficientemente potentes para generar una fuerte caída de todas las cotizaciones a lo largo de la semana en el debut del nuevo esquema.
Mantener a raya el dólar es fundamental para evitar que se siga disparando la inflación luego del 3,7% de marzo. Sin embargo, la mayoría de los analistas estima que en abril podría ubicarse incluso por encima del 4 por ciento. El desafío, por lo tanto, es buscar una baja brusca en mayo, un mes que además tiene pocos incrementos por motivos estacionales.
El Gobierno flexibilizó el acceso al dólar en el mejor momento posible: justo cuando arranca la liquidación de la cosecha gruesa y cuando todavía faltan más de seis meses para las elecciones.
Así se puso en marcha el plan “Tormenta de Dólares”. La primera parte ya se cumplió con los USD 13.500 millones que ingresaron en 48 horas del FMI (USD 12.000 millones) y el Banco Mundial (USD 1.500 millones). Se trata de dólares frescos que actúan como un verdadero muro en los $ 1.400. Ningún inversor lógico estaría dispuesto ahora a testear la posibilidad de torcerle el brazo al BCRA para superar ese nivel. Esto es lo que explicó en una primera instancia que el tipo de cambio abriera a la baja ni bien arrancó la semana.
La segunda etapa es el ingreso de los dólares del campo. En las últimas horas muchos plantearon dudas sobre la posibilidad que la liquidación ascienda a USD 25.000 millones, teniendo en cuenta la caída del precio de la soja y que el tipo de cambio de $ 1.130 ya está por debajo de lo que recibía el sector por el “dólar blend”.
Pero más allá de estas dudas, la liquidación será muy significativa entre fines de abril y mayo, lo que probablemente termine derrumbando el tipo de cambio al menos de corto plazo.
Dólares privados de afuera
El otro paso relevante anunciado por el equipo económico es la apertura del mercado único de cambios para los inversores extranjeros, con la posibilidad de quedarse como mínimo por seis meses. Sí, el plazo que va desde ahora hasta las elecciones legislativas.
Casi al mismo tiempo que se conoció esta decisión, JP Morgan salió a recomendar la inversión en bonos en pesos, aprovechando que subieron las tasas y la tendencia a la baja del dólar. Es el mismo banco que en abril de 2018 fue el primero en abandonar el barco, tras ganar fortunas haciendo “carry trade”. Su decisión de vender el equivalente a USD 1.200 millones de Lebac fue lo que gatilló la crisis cambiaria durante la gestión de Mauricio Macri.
El economista Fernando Marull aportó un dato sumamente relevante en este contexto. “En 2018 los extranjeros tenían invertidos USD 27.000 millones en el mercado local, hoy esa cifra es cero”.
Abrir la compuerta para que los extranjeros puedan comprar activos en el mercado local puede generar un fuerte ingreso de dólares exclusivamente financieros que presionan aún más a la baja el tipo de cambio. Pero al mismo tiempo crece el riesgo de mayor volatilidad cuando esos capitales deciden alejarse porque ya no es negocio la inversión en pesos.
Por otra parte, el Gobierno confía en el estricto control monetario para mantener bajo control la presión cambiaria. El lunes, de hecho, hubo muchos pesos de inversores comprando dólares. Según estimaciones de los propios bancos la cifra habría superado los USD 400 millones en una soja jornada. Pero duró un suspiro y ya para el martes la cifra había caído sustancialmente.
Este nuevo capítulo de apreciación cambiaria promovido por el ingreso de capitales financieros ya tuvo varios episodios, que siempre terminaron mal. La última ocasión fue durante la gestión de Macri, pero antes también la Convertibilidad y más alejada en el tiempo la “tablita” de Martínez de Hoz.
Luis “Toto Caputo” promete que esta vez sí “será diferente”. Sobre todo por la férrea disciplina fiscal, que entre otras cosas eliminó la emisión de pesos para financiar al Tesoro, algo que fue una constante en las últimas décadas. Imposible saber si, como dice el ministro de Economía, efectivamente ahora las cosas sucederán de otra forma.
Apreciación cambiaria
Lo que parece difícil de evitar son los efectos de la apreciación cambiaria. Las importaciones en marzo, por ejemplo, aumentaron 38% mientras que las exportaciones cayeron 2,5%. Es un hecho que el superávit comercial será mucho menor este año, aportando menos dólares a la economía. Y si no cae más es por el creciente superávit energético, que ya en los últimos doce meses fue cercano a los USD 6.000 millones y seguirá en aumento.
También se acelerará el déficit de otra balanza, la turística. El dólar barato ya produjo un impresionante salto de 73% en la cantidad de argentinos que viajaron al exterior en el verano, mientras que se redujo sustancialmente la cantidad de extranjeros visitando el país. Con un tipo de cambio aún más apreciado es esperable que estos efectos se intensifiquen.
En pocas palabras, la cuenta corriente del balance de pagos será negativa este año, aunque por montos poco significativos. La manera de contrarrestar esa salida de dólares es con un mayor ingreso de capitales. Primero serían los que buscan oportunidades financieras y luego la apuesta es que lleguen las inversiones de largo plazo en sectores clave como energía o minería, via RIGI.
Hasta qué punto es exitosa la “Fase 3” del plan que arrancó el lunes con el fin del cepo al público quedará claro probablemente a principios del año próximo. El acuerdo establece un plazo cercano a un año para alcanzar el próximo gran objetivo tras la flexibilización cambiaria: retomar el acceso a los mercados voluntarios.
Conseguir dinero fresco es la única manera que tiene el Gobierno para refinanciar los vencimientos de deuda que se acumulan en los próximos años y evitar un nuevo default. La salida del cepo, el resultado electoral, seguir bajando la inflación y mantener el superávit fiscal son claves para conseguir este objetivo.