
Victoria Villarruel designó como subsecretario de Auditoría y Control de Gestión del Senado a Juan Manuel Gestoso Presas, un militar que ordenó destruir documentación del Hospital Militar de Salta. Eran libros sobre el período de la dictadura que se estaban buscando para las investigaciones sobre el robo de bebés durante los años del terrorismo de Estado.
El martes, Villarruel firmó una resolución con una serie de nombramientos para la Cámara Alta. Llamó la atención la elección de Gestoso Presas recalar en el área de Auditoría, donde pisaba fuerte la ultra Iris Speroni, que no dudó en catalogar a Luis Petri de “socialdemócrata” después de que firmó la baja de 23 militares con condenas firmes por crímenes de lesa humanidad.
Gestoso Presas fue relevado en 2008 por la entonces ministra de Defensa Nilda Garré después de que un subordinado suyo fuera a denunciar en el Edificio Libertador que le había ordenado destruir dos libros del Hospital Militar de Salta referidos al período 1970-1990.
En 2008, las investigaciones por crímenes de la dictadura recién estaban tomando envión. Había llegado un pedido del Ministerio de Defensa para relevar documentación. En esa solicitud se pedía información sobre una fecha en la que podría haberse producido un nacimiento.
En ese momento, el coronel Carlos Fernando Tozzetto Arias dirigía el Hospital Militar de Salta. A mediados de mayo, encontró dos libros de guardia médica de la sala de suboficiales y maternidad con los registros correspondientes al período 1970-1990.
Los libros quedaron en poder de Gestoso Presas, que era el jefe de la Compañía de Inteligencia 5 de la Quinta Brigada de Montaña. Gestoso Presas no decidió otro destino para la documentación que la incineración. Dejó la tarea en manos del capitán Silvio Manino Leal.
Cuando le dio la orden, Gestoso Presas le habría mostrado una nota de Defensa en la que se pedía esa documentación y una respuesta que indicaba que no estaba. Manino Leal se movilizaba entonces en un VolksWagen Gol. Sacó la rueda de auxilio y escondió los libros en el lugar donde debería ir el neumático.
Manino Leal se desplazó hasta la casa de su hermano, que vivía en la provincia de Tucumán, mientras decidía qué iba a hacer con su carrera militar. Decidió pedir el retiro e informar de la situación al jefe del Estado Mayor General del Ejército.
Cuando estaba en Buenos Aires, pidió hablar con Garré y con la directora de Derechos Humanos del Ministerio, Ileana Arduino. A Gestoso Presas le llegó el dato que su subordinado estaba en el Edificio Libertador y empezó a llamarlo y mandarle mensajes de texto.
La vida de Manino Leal fue un infierno durante largo tiempo. Tuvo custodia durante dos años. Su esposa sentía que la seguían. Su suegro recibía amenazas. Todo quedó plasmado en un juicio que se hizo en 2014 por la destrucción de los libros.
Durante las audiencias, Manino Leal declaró que Gestoso Presas le mandaba correos electrónicos con textos que celebraban lo sucedido durante en los años ‘70 y que solía replicar las columnas que publicaba Vicente Massot en La Nueva Provincia. Contó también que su jefe solía decir que lo que había pasado durante la dictadura había estado bien.
Manino Leal también declaró que Gestoso Presas solía visitar a los detenidos por crímenes de lesa humanidad, actividad a la que también se dedicaba Villarruel durante aquellos años y en la que coincidía, por ejemplo, con Cecilia Pando.
En el juicio de 2014 estuvieron sentados en el banquillo Gestoso Presas y Tozzetto Arias, pero terminaron sobreseídos. Los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) de Salta entendieron que regía la prescripción para los hechos. Comprendieron que la orden de destruir la documentación no podía ser considerada un crimen de lesa humanidad.
La directiva de incinerar los libros nunca fue negada. Cuando declaró, Gestoso Presas dijo que había ordenado quemarlos porque no sabía que fueran relevantes o que no les había dado importancia.
Por los 43 años de Malvinas, Villarruel organizó un homenaje a militares que habían participado de la Guerra. Decidió entonces homenajear a Horacio Losito, quien tiene tres condenas en su haber por crímenes de lesa humanidad. Fue una forma de "repararlo" después de que Petri ordenara su baja del Ejército .
Con información de Página 12