Con una gran fuerza desde la “Ciudad de la Amistad”, surge la voz de Amira Mubarqui, quien interpela la situación real y actual de lo que de ella nace, la poesía.
En este contexto, Amira cuenta desde su Frías natal cómo es hacer poesía desde el interior y cómo se llega a nombrar lo que no se dijo.
“Escribo desde muy chica. Siempre fue una necesidad. Cuando tenía 8 años empecé a escribir como un juego y la necesidad era la de no aburrirme. Escribía cuentos, elaboraba historietas: esos eran mis juegos. Soy hija de la docente más comprometida que conozco y de un papá muy lector, así que las palabras y las letras me rodearon siempre”, comentó contando un origen del todo. “Cerca de los 12 empecé a escribir sobre cosas más profundas”, acotó Amira.
Poesía en el interior
“La poesía nunca, en ningún lugar, tuvo el lugar que le corresponde. Y esto se vuelve peor en cuanto más marginal y específico sea el contexto en el que se produce. Ni siquiera la poesía santiagueña capitalina es suficientemente reconocida, mucho menos la que podamos producir en el interior y es algo sumamente importante. A lo largo de mi carrera aprendí que las cosas existen cuando las nombramos, y de poesía se habla muy poco. Siguiendo esta misma línea, es importante escuchar las voces casi marginales, casi ignoradas, llámese poesía del interior, llámese poesía juvenil, llámese cualquier expresión artística”, dijo Amira al Nuevo Diario.
Nuestros deseos mimbran la noche en la que callamos a los fantasmas que viven recelando, preguntándonos si nuestro tiempo es de verdad.
Escuchamos nuestras voces vibrar en los muelles lejanos de tus ojos marineros, de mis manos peregrinas,
partiendo al destino de suponerte real.
Las palabras callan un misterio que se constela con la sombra de la espera y la profundidad de la distancia.
Autora: Amira Mubarqui.