Por Juan Diego Bálaga. Público, colegas y gente del ambiente artístico en general se suman con tristeza y conmoción a una de las más trágicas despedidas que se recuerde de un artista, que enluta a una provincia con su fallecimiento y el de sus familiares que dejaron de existir junto a él.
Ni bien se tomó conocimiento de la noticia, las sentidas y respetuosas palabras se fueron sumando en un largo e interminable peregrinar para una despedida que recién comienza.
Quizás a la manera de otros recordados artistas que se han despedido del mundo terrenal en trágicas circunstancias, Huguito Flores es parte de una larga lista que envuelve en la mística a aquellos ídolos populares que han perdido la vida en situaciones dolorosas y en un momento alto de sus carreras. Gilda, Rodrigo, Walter Olmos, son solo algunos de los nombres aparecen en la memoria colectiva cuando estas trágicas situaciones se materializan.
Si bien Hugo Flores era un creador de éxitos y objeto de reconocimiento, la masividad que afianzaba su influencia como referente, tenía tan solo algunos años.
Una vez consolidada su carrera como solista su figura cobró enorme relevancia, apalancada por el talento que impulsaban y lo hacían protagonista en los escenarios más importantes del país, en la movida tropical y también en los grandes eventos populares que se brindan a lo largo de la Argentina.
Seguramente a Huguito Flores, le espera, una vez pasado el dolor de sus afectos más cercanos y de su numeroso público, un lugar especial en la memoria permanente. Rodeado de admiración por su obra que se ha convertido en legado popular.