El comedor y merendero Mis Pimpollos comenzó a funcionar en plena pandemia, con el objetivo de ayudar a las familias aisladas del barrio Bosco II.
Sandra Suárez, su encargada, comentó al equipo de Nuevo Diario que “al principio solo era a pulmón”: “Los compañeros traían un poquito de mercadería de sus casas para que podamos cocinar”, recordó.
El comedor recibía mercadería que enviaban desde el Ministerio de Desarrollo Social (ahora Ministerio de Capital Humano), pero desde que se produjo el cambio de Gobierno dejaron de percibir la asistencia.
“(El comedor y merendero) Está funcionando una vez a la semana porque no tenemos alimentos, no tenemos mercadería. Está funcionando con donaciones de compañeros, de kioscos, a voluntad. Una semana hacemos merendero y a la otra comedor”, reveló Suárez.
A Mis Pimpollos acudían el año pasado entre 25 y 30 niños; sin embargo, desde principios de 2024 concurren unas 80 familias (algunas compuestas por más de seis integrantes).
“Esta situación no da para más. Nos preguntan cuándo vamos a volver a cocinar o cuándo nos van a mandar la mercadería”, lamentó la encargada, quien contó que actualmente sirven mate cocido con pan o tortilla, cuando hace un año podían ofrecer leche, arroz con leche y hasta postres (con el aporte del Ministerio de Desarrollo Social).
Al ser consultada por la figura de Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, acusó: “No sé si se le puede decir señora a esta mujer. Imaginate la situación y la bronca que tenemos, porque somos nosotros los que estamos viendo la necesidad de cada persona”.
La entrevistada fue una de las tantas personas que participó el miércoles pasado de la manifestación en reclamo de los 5 millones de kilos de alimentos acumulados que se encuentran guardados en depósitos pertenecientes al Ministerio de Capital Humano.
“Ver a esos chiquitos que toman una sola taza de mate cocido al día, ¿Qué le puedes decir? Pettovello es una persona sin corazón por cómo actúa. Nunca habrá pasado hambre; no ha caminado la calle; no ve la necesidad de hoy”, agregó Suárez.
La encargada le pidió a la ministra que no ponga su mirada en las organizaciones sociales, sino que “vea a las familias y a los niños que necesitan los alimentos”.
Las siete mujeres que colaboran en el comedor y merendero confeccionan moños y colitas para el pelo, con el objetivo de generar ingresos y poder solventar los gastos.
La encargada, al ser consultada por un posible cierre, se sinceró: “No sabemos si mañana vamos a tener para cocinarles. Nos vemos mal anímicamente porque cada vez que los niños se van, y que por ahí no alcanzan a comer, nos hace pelota. Te sientas en tu casa y dices: ‘La p... madre, tanta necesidad y este Gobierno capitalista...’”.
