
En una nueva edición de Actualidad Política, por LV11, recordaron las fuertes precipitaciones acompañadas por vientos y tornados que fueron provocados por el fenómeno meteorológico conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), ocurrido en España.
Anabelle Nazar, una santiagueña radicada en Catarroja, localidad española en la provincia de Valencia, vive con su familia desde hace dos años y medio, a diez minutos del centro de Valencia.
En comunicación con “La Radio de los Santiagueños”, contó lo que sufrieron a causa del fenómeno meteorológico. “La consecuencia que sufrimos es el excesivo caudal de agua que baja del río a los pueblos donde hubo tormentas. Cuando nos inundamos, solo había un viento sospechoso que parecía una tormenta tropical, pero en una hora estaba todo inundado, el río había desbordado y se llevó todo lo que estaba a su paso: autos, personas, contenedores de basura, todo”.
En cuestión de minutos, una tormenta que no parecía grave se convirtió en una catástrofe para las familias en Valencia, ya que era las 18.30 hs. (hora de España)”. Pero Anabelle contó algo que pasó desapercibido para el gobierno español, la alarma de alerta temprana (lo cual suena en los teléfonos de los españoles anunciando un alerta) sonó de manera tardía, ya que ya había inundaciones, cortes de luz entre otras cosas que ocurrió en el lapso de esos minutos. Ante la consulta de los conductores del programa, sobre la falla de alerta temprana, Anabelle explicó: “Recibimos, anteriormente, alertas pero no de gran magnitud, solo se suspendían eventos deportivos, escolares, pero después nos explicaban que podíamos ir a trabajar y demás, esto nos sobrepasó realmente”.
Por último, la joven santiagueña explicó que hoy (por ayer), 14 días después del paso de DANA por la zona, el pueblo sigue golpeado, hace 24 horas pudieron encender las luces de las calles, los autos están aún amontonados en filas y destrozados, las familias deben salir con cuidado con botas de lluvia que fueron donadas, ya que no se puede caminar por la cantidad de barro que albergan las 47 ciudades afectadas, y los comercios se mantienen cerrados, salvo que deban salir de la ciudad para conseguir lo necesario”.
La catástrofe fue contada en primera persona por la familia santiagueña.