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La Provincia Desde la madrugada se instalaron en “su esquina” del barrio Villa Rojas II para ofrecer comida

Unión y perseverancia de una familia trabajadora el 1 de Mayo

A pesar de sus esfuerzos, no escapan a la difícil situación económica del país.

El Día del Trabajador es una fecha de celebración para algunos, mientras que para otros es una oportunidad más de ganarse el pan para salir adelante, este es el caso de la familia Guillín - Bulacio, quien hace 8 años se dedica a la venta de comidas para sustentarse.

En una esquina llamativa del barrio Villa Rojas II, con una gran “puesta en escena” que incluye una olla de 50 litros de locro, 60 docenas de empanadas con preparación a la vista y pollos en una gran parrilla, se instalaron desde las seis de la mañana de ayer Juliana, su esposo William, su pequeña hija Zoe, su mamá María y sus suegros Mónica y “Tucho” para una jornada más de arduo trabajo, pero que en realidad comenzó hace dos días con todos los preparativos, “generalmente para cuando venimos a vender de viernes a domingo nos preparamos desde un martes, por lo que esta vez trabajamos el doble y toda la semana”, dijo al dialogar con Nuevo Diario mientras seguían con la producción.

Juliana comentó que este proyecto comenzó de una necesidad, “estábamos mal económicamente y comenzamos a vender empanadas en la casa de mi suegra, a ofrecer tocando puerta por puerta y cada fin de semana eran más los pedidos que teníamos, para lo que se tuvieron que sumarse mi mamá y mis suegros a trabajar, gracias a Dios no dábamos abasto e incluso solicitamos ayuda de algunas chicas (cuando vamos a vender al hipódromo)”.

Emprendimiento

Así comenzó relatando la joven sobre este emprendimiento familiar sacado adelante con mucho esfuerzo, pero sobre todo unión y perseverancia. “Al crecer nos vinimos a la calle a ofrecer, teníamos un puestito aquí sobre calle San Matienzo, nos fuimos moviendo por esta zona más o menos 4 años, yo embarazada no dejaba de trabajar porque esto es lo que nos da de comer todos los días, luego nos cruzamos a un terrenito, después alquilamos un lugar y actualmente contamos con esta esquina que ya compramos el terreno para poder seguir con el negocio. En esta esquina, el techo lo armaron mi marido, mi suegro y un tío, así que siempre fue todo a pulmón con nuestras propias manos”.

Una situación difícil

Pero para esta familia trabajadora su sueño de seguir creciendo se ve un poco lejano, ya que la difícil economía en la que se encuentra el país actualmente, la obligó a pensar en desistir de su negocio, “hace dos meses más o menos no nos daban los números, el cajón de pollos no dejaba de aumentar, más todos los insumos que debíamos comprar, las ganancias eran y son muy pocas, debimos desistir de ayuda de otras personas y solamente quedamos los de la familia porque además se vende poco. A pesar de haber podido pagar los últimos pesos de nuestro terreno con muchísimo esfuerzo, pensamos en dejar, estamos con miedo constante ya no se vende como antes, pero aquí estamos, no queremos dejar caer nuestro negocio que tanto nos costó y seguimos luchando y peleando bastante para poder vender hasta una docena más de empanadas, este es uno de los días que más la gente espera un plato de locro o unas empanadas y para ellos estamos y muy agradecidos con quienes nos apoyan y compran siempre, porque incluso tenemos clientes desde que empezamos”, expresó la joven.

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