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Especiales #DomingoDeTerror

Terrorífico espanto en el interior: "Se acercó silbando, me tocó y se reía mientras me desmayaba"

Una joven del interior vivió un estremecedor encuentro mientras volvía a su casa en la oscuridad de la noche. "Se me pusieron pesadas las piernas y no podía respirar, intenté gritar pero no pude. Esa cosa se me puso encima", cuenta.

Una joven del interior vivió una terrorífica experiencia mientras volvía a su casa luego de haber culminado su jornada en la Capital. No quiso dar a conocer su nombre, pero sí contó con lujo de detalles el estremecedor encuentro que estás a punto de leer.

 

“Fue hace tres años eran cerca de la medianoche más o menos regresaba del instituto donde estudiaba aquí en la Capital. Soy del interior, por lo que me queda lejos de la localidad en donde vivo. Aquel día se hizo tarde y no regresé temprano a mi casa como lo hacía de costumbre, ya que me entretuve con unos compañeros que encontré y me invitaron a tomar algo, sin darme cuenta que las horas pasaban”, comienza.

 

“Cuando caímos en cuenta de que se había hecho tarde, nos despedimos entre todos y uno de mis compañeros que también vive en el pueblo se ofreció a llevarme, por lo que subimos a su moto y llegamos hasta nuestra localidad. Ahí fue cuando mi amigo me preguntó si quería que me llevase hasta mi casa, que quedaba a unos kilómetros más adelante, aunque me negué para no molestarlo. Además, a esas horas de la noche el camino se pone feo y dicen que espantan, mucha gente sufrió ataques, y él podía convertirse en una víctima cuando volviera”, detalló.

 

“Emprendí el camino hacia mi casa, estaba muy oscuro, las luces del poblado estaban apagadas, "Corte eléctrico”, supuse. Todos dormían y no había nadie en las calles, solo unos fastidiosos perros que me ladraban sin parar. Poco a poco empecé a abandonar aquel poblado. No podía ver con claridad y aunque llevaba mi celular no encendí la linterna, ya que veía una luz fastidiosa. A medida que avanzaba comencé a inquietarme sin razón, era extraño, no sabría describirlo. Era como si un pequeño cosquilleo del viento erizaba mi piel y me sentía observada. Miré hacia atrás, creí ver algo y miré hacia las malezas, para luego reírme. Sabía que lo que estaba ahí al acecho intentaba asustarme, no era la primera vez que me pasaba”, relata.

 

“¿Con qué intención? No lo sé… Solo lo quieren hacer y tal vez les moleste que nunca me asuste. Pude sentir en la maleza como que alguien caminaba yo seguí con tranquilidad, aunque percibí como se aproximaba a mí y algo tocó mi hombro. No volví la mirada solo seguí caminando, y creo que se molestó. ¿Acaso huía de mí? ¿Tuvo miedo tal vez? Me volví a reír, aunque fue entonces cuando todo se tornó siniestro”, explica.

 

“Al instante oí un silbido muy agudo, como una interferencia de señal capaz de romper un vidrio con tal agudeza. Lo oí extremadamente cerca, aunque dicen que cuando lo oyes cerca es porque está lejos y cuando lo oyes lejos está muy cerca. Miré de dónde provenía el silbido, aunque por la oscuridad no llegué a ver nada, así que sonreí y pregunté “¿Qué quieres?”. De inmediato escuché otro silbido, uno más alejado, por lo que supuse que estaba cerca. Con el rabillo del ojo lo vi caminar al costado mío, y me tocó la espalda. Lo pude sentir. Yo solo caminaba, y en aquella oscuridad podía ver algo deforme, y le intenté conversar pero jamás respondía, por lo que lo insulté”, agrega.

 

“Reí otra vez, encendí la linterna de mi celular y se esfumó. En lo que caminaba se me pusieron pesadas las piernas y no podía respirar. Quise gritar y no pude, y algo oscuro como una sombra se movía frente a mí. Seguí el camino y sentí otra vez la presencia, esa que espía desde hace tiempo. Oía los pasos y me reí otra vez como siempre lo suelo hacer, pero por primera vez había sentido miedo considerable. Esa noche lo viví de nuevo, pero recuerdo lo que mi abuelo siempre me decía sobre actuar ante esas presencias. Llegué a mi casa, sabiendo que enfrente aquello a los que mucho no creen. Y supe que tener miedo alimenta más a esos seres porque juegan con nuestros temores”, concluye.

Santiago del Estero
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