El papa Francisco rompió el silencio y abordó temas considerados "tabú" para la Iglesia Católica en su propio documental "Amén, Francisco responde", que se estrenó el pasado miércoles por la plataforma de streaming Star+. El largometraje muestra al Sumo Pontífice dialogando con un grupo de jóvenes de diferentes países y con distintas vivencias, en una conversación franca y sin censura sobre temas como el sexo, los abusos, la identidad de género, la pérdida de fe, la comunidad LGBT+ y hasta el aborto.
En una de las escenas más polémicas, el Papa recibe de una joven santiagueña, llamada María Milagros Acosta, un pañuelo verde, símbolo de la lucha por la legalización del aborto en Argentina. La joven, oriunda del barrio 8 de Abril de la Madre de Ciudades, se define como católica, abortista y feminista, y le cuenta a Francisco sobre la dificultad de conciliar sus creencias religiosas con su postura a favor del aborto. El Papa responde con una actitud de comprensión y misericordia hacia las mujeres que toman la difícil decisión de abortar.
"Por favor, no pregunten mucho y sean misericordiosos, como es Jesús", señala el Papa, enfatizando la necesidad de acompañar a las mujeres en una situación tan difícil y dolorosa. Al mismo tiempo, Francisco no justifica el acto del aborto y plantea una pregunta fundamental: ¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?
El líder de la Iglesia Católica insiste en la necesidad de ver el problema del aborto con una perspectiva científica y fría, recordando que al mes de la concepción ya está delineado el ADN y están dibujados todos los órganos. "O sea, la pregunta que hay que hacerse cuando se habla de la moralidad: ¿es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?", plantea.
Lejos de perder la calma, María continuó dialogando con Francisco, sustentando su postura en la dificultad de la mujer de tomar tal decisión. "Existen realidades. Existe el aborto. Yo creo que la mujer cuando toma esa decisión no es que la toma a la ligera. Lo hace con conciencia. Está en diálogo con Dios. ¿Qué hacemos con estas mujeres nosotras? En la iglesia ¿las dejamos de lado y las marginamos y les decimos 'son unas asesinas?", le interrogó, y contrastó: "¿O las acompañamos y las tenemos con nosotras a acompañar a decidir? Sea la decisión que tome. No es que yo por cargar el pañuelo verde. Es, chicas, vamos todas a la clínica. Participo en la iglesia, pero acompaño en la decisión".
"Eso no", contestó el Sumo Pontífice sobre excluir a la mujer de la iglesia, y concluyó: "Me llama la atención la sensibilidad que tienen ustedes y eso se lo agradezco. Se dan cuenta de que no es un problema matemático, es un problema humano. A una mujer que aborta no se la puede dejar sola. Hay que acompañarla. Tomó esa decisión, abortó, no hay que mandarla al infierno de golpe. Es decir... aislarla. Hay que acompañarla, pero conviene llamar a las cosas por su nombre. Una cosa es acompañar a las personas que hicieron esto y otra es justificar el acto".
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