Ducharse todos los días es una rutina que cuando llegamos a la tercera edad debe revisarse. A partir de los 65 años, la piel experimenta cambios significativos que obligan a replantearse los baños diarios.
Esto ocurre debido a que una limpieza excesiva puede ser contraproducente, ya que debilita la barrera cutánea y favorece irritaciones o infecciones.
Sylvie Meaume, dermatóloga y jefa del Departamento de Geriatría, Heridas y Cicatrización del hospital Rothschild de París, advirtió: “Una limpieza excesiva, especialmente con jabones fuertes o agua muy caliente, puede dañar la piel y eliminar bacterias beneficiosas”.
Sin embargo, esto no significa que haya que dejar de lado la higiene. Los especialistas recomiendan asearse y realizar limpiezas localizadas en zonas puntuales del cuerpo, como axilas, genitales y entre medio de los dedos de los pies.
Por otro lado, los expertos sostienen que la ducha para mayores de 65 años no debe durar más de 4 minutos. Además, explican que debe realizarse con agua tibia, jabones suaves y que el secado debe hacerse con toques suaves y no frotando, para evitar daños en la piel.
Beneficios de ducharse y factores a considerar
Además de cuidar la piel, ducharse puede tener beneficios en la circulación sanguínea y el estado de ánimo. Por eso, es importante no descartar del todo esta práctica, pero sí adaptarla a las necesidades reales de cada persona mayor.
Existen otros factores como el clima, el nivel de actividad física y el estado de salud general que determinan la frecuencia con la que se deben realizar las duchas en aquellos adultos mayores a 65 años.
