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Especiales Relato conmovedor

Claudio Perusini, el hombre del Milagro que pudo sobrevivir para contarlo

Un excelente trabajo periodístico de Nunzia Locatelli y Cintia Suárez, en Santa Fe.

Agrandar imagen Claudio junto a su esposa, Claudia.
Claudio junto a su esposa, Claudia.

Claudio Perusini fue a Santa Fe por un tema de familia. Estaba en su casa y de repente su mujer María Laura lo encontró desmayado. Claudio había sufrido un accidente cerebrovascular. Su esposa y sus hijos Juan Francisco e Ignacio lo llevaron en ambulancia al hospital público Cullen de la ciudad. Cuando llegaron, el cuadro era gravísimo. Con el correr de las horas les informaron que Claudio tenía un ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, sepsis, coma profundo, shock séptico resistente con fallo multiorgánico.

 

La tomografía mostró un infarto extenso del tronco encefálico. Era una situación desesperante. Tenía un pronóstico reservado, con pocas posibilidades de volver a la vida normal, debido a las lesiones cerebrales irreparables, narran Nunzia Locatelli y Cintia Suárez en un informe periodístico.

 

Los médicos comunicaron a la familia que a Claudio le quedaban pocas horas de vida, tanto que una enfermera le dijo a su esposa: “Preparate chiquita. Si se muere es largo, pero si vive va a ser más largo aún” y le entregó la alianza y la ropa de su marido. Así lo expresó María Laura en exclusiva para Infobae: “Cuando lo recibieron los médicos, a mí y a mis dos hijos nos dejaron afuera. A los 45 minutos apareció una enfermera. Nunca me voy a olvidar de ella. Me trajo la alianza y la ropa de mi esposo y me dijo ‘preparate chiquita, porque esto es largo. Si se muere es largo, pero si vive va a ser más largo aún’. La verdad, no tenía dimensión de lo que ella me estaba diciendo. Luego nos hicieron pasar a la unidad coronaria para despedirnos, porque Claudio se moría, no tenía ni 24 horas de vida. Bien, Claudio pasó las 24 horas. A las 48 me dijeron también que se moría. Pasó las 48 horas y en ese ínterin es que vino Ernesto de Buenos Aires, que trajo esa estampita que empezamos a rezar ahí. Al tercer día me hablaron del estado vegetativo y de mantener sus parámetros hasta donde se pudiera”.

 

Durante estas horas desahuciadas, María Laura recibió una estampita de Mama Antula de la mano de un muy amigo de Claudio, un jesuita, Monseñor Ernesto

Giobando, que había viajado desde Capital hasta el hospital de Santa Fe para acompañar a su amigo.

María Laura cuenta: “Yo no la conocía a Mama Antula, pero el padre Ernesto Giobando me dijo que le rezara a Mama Antula y ¿cómo no lo iba a hacer? Claudio era mi vida, mi compañero, mi amor, y se estaba muriendo”.

 

Desde ese momento María Laura empezó a rezarle a Mama Antula junto a sus hijos pidiendo que Claudio sobreviviera. Pasaron las primeras 48 horas, que se preveían terribles, y el pronóstico trágico de los médicos no se cumplió.

Mama Antula Canonización
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