Con aguja, hilo y mucha empatía, un abuelo con vitiligo encontró una forma única de brindar compañía y representación a los más pequeños que conviven con la misma condición: desde 2018, teje muñecos y muñecas con manchas en la piel, similares a las que él mismo tiene.
“Les encantan las muñecas y se sienten representados”, dice con orgullo este hombre, que encontró en el tejido un canal para visibilizar el vitiligo desde el juego y la ternura. Cada muñeco es único, como cada niño, y lleva en su diseño las mismas particularidades de la piel que muchas veces generan inseguridad o incomodidad en la infancia.
La iniciativa comenzó como un regalo especial para su nieto, pero con el tiempo se transformó en un gesto de inclusión que traspasó fronteras, llegando a familias y organizaciones que valoran el poder de verse reflejados, aún en los pequeños detalles.
Este abuelo demuestra que la representación importa, y que un simple muñeco puede convertirse en una poderosa herramienta para fortalecer la autoestima y derribar prejuicios desde la infancia.