La actriz y cantante Lali Espósito vuelve a una ficción para plataformas, en este caso para Amazon Prime, donde interpreta a una periodista Tamara Tenenbaum. La serie pretende ser un friso contemporáneo sobre las nuevas generaciones y sus problemáticas. Hay buenos momentos, algunos muy interesantes, pero no deja de tener “clichés”, incluso en algunos sin si quiera buscarlos. También, y es lo más destacable, se posiciones en un discurso políticamente correcto del progresismo burgués, con apuntes porteñísimos y un mensaje positivo para los que deciden ser libres.
En esta serie que se acaba de estrenar, Lali se pone al hombro una historia sobre las problemáticas sociales, afectivas y filosóficas que invaden a las generaciones de menos de 30. La generación “quiebre” entre lo analógico y lo digital, entre lo tangible y lo intanfible, entre lo valorable y lo superficial; La transición justa entre dos épocas: donde antes importaban las emociones y hoy importan las sensaciones.
La idea no solo es auspiciosa y bienvenida, sino necesaria. Porque: ¿qué mejor plan puede haber que que sean las protagonistas del cuento las que nos lo narren? Este es el espíritu de “El fin del amor” que, curiosamente, se va poniendo más interesante desde la perspectiva de la narración audiovisual, a medida que se acerca a los últimos capítulos (son diez).
La trama sigue a Tamara (Lali Espósito), una atrevida filósofa de la cultura pop. Después de enfrentarse a su propia crianza judía ortodoxa en Buenos Aires, Tamara deja a su novio para rebelarse contra el concepto tradicional de romance, como ya lo hizo antes con su vida religiosa. Entre tanto se irán desplegando otras problemáticas que atañen a su grupo de amigas íntimas y las particularidades de la relación entre ellas.
