Natalia Japaze siempre soñó con irse de Santiago del Estero, pero no por desprecio a su provincia ni mucho menos, sino porque confiaba en que “afuera había algo más” para una joven de menos de 25 años en aquel entonces.
“Nunca me animé por miedo a lo desconocido”, reconoció en una entrevista de Nuevo Diario; pero pasó el tiempo y cambió de opinión a partir de una serie de circunstancias que acontecieron en su vida: se recibió de pastelera y maestra jardinera, y también se separó luego de una larga relación.
“Sentí que ya era el momento: tenía las herramientas necesarias para irme a donde sea, ¿qué puedo hacer? En Instagram vi que estaba la posibilidad de ser ‘au pair’ (persona que vive con una familia anfitriona estadounidense por un año y cuidar a sus niños)”, introdujo.
“Nunca me imaginé que las cosas se iban a dar tan rápido —admitió—. En mayo de 2023 me dicen: ‘Venite, ya tenemos familia para que empieces a trabajar. Consta en cuidar a las nenas y enseñarles español’”.
La particularidad de esta historia es que “Naty” sabía “poco y nada” de inglés: “Cuando llegué allá (Washington DC, Estados Unidos) era aprender todos los días”, comentó.
Daniel, su padre, le reveló al Multimedio que “sabía que la iba a extrañar, que iba a haber un vacío y que iba a faltar alguien porque siempre estábamos juntos; pero lo he tomado bien porque quería que ella tenga su experiencia y haga su vida”.
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“Naty”, antes de irse, se relacionó con psicólogos y coaches. Intuía que iba a extrañar a su familia y su “pago”: “Las primeras semanas me las pasé llorando”, comentó.
¿Cómo hizo para afrontar la distancia? Mediante videollamadas, escuchando a Raly Barrionuevo y compartiendo con demás sudamericanos viviendo en Estados Unidos.
La sorpresa
A pesar de haber superado el proceso de desarraigo, en octubre comenzó a gestionar su regreso a la “Madre de Ciudades”: sacó boletos para pasar las fiestas junto a su familia.
“Naty” se contactó con sus amigos y se puso de acuerdo para darles una sorpresa. El sábado pasado arribó, luego de 14 horas de viaje, se disfrazó de Papá Noel y comenzó a visitar a familiar por familiar.
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“Cuando salí del negoció —recordó Daniel— vi a una chica disfrazada de Papá Noel. Le vi los ojos y dije: ‘Qué parecida a mi hija’. Quedé con nostalgia. Me di vuelta y me dijo: ‘Feliz Navidad’, y fue como explosión en mi corazón. No podía creer tenerla de nuevo en mis brazos”.
“Sentí amor y una gratitud muy profunda —acotó ‘Naty’—. Estar tan lejos te hace dar cuenta de los valores que uno tiene. He podido gracias a mi familia”.
