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Opinión Cambiemos va sacando ventaja con vistas al proceso electoral que se avecina

Al peronismo le preocupa la expansión del mapa amarillo

Por Guido Braslavsky

El influyente senador Miguel Ángel Pichetto dijo varias cosas esta semana durante una charla en un hotel del centro porteño, ante una platea eminentemente peronista. Una, fue una comparación casi odiosa: la del peronismo con el PRI mexicano, la fuerza hegemónica en ese país, que dio todos los presidentes desde 1929 hasta 2000, cuando por primera vez ganó un opositor, Vicente Fox (del PAN). El PRI “estuvo 12 años en el llano”, advirtió Pichetto.

 

El jefe de los senadores del PJ-FpV volvió también a reiterar que Cristina Kirchner —que todo indica jurará como senadora en diciembre— deberá formar un bloque aparte que “exprese sus ideas” porque el peronismo “no es de izquierda ni una construcción del progresismo porteño”.

 

Pichetto reprochó el armado de Unidad Ciudadana, el sello que encabeza la ex mandataria por afuera del PJ. Sacó cuentas el senador: si CFK hubiera dado la pelea internamente y competía con Randazzo, se redondeaban 40 puntos. Otro cantar, con miras a 2019.

 

El peronismo está preocupado y con razón, porque el mapa amarillo de Cambiemos se va expandiendo por la República. Ya no sólo es el centro del país, también la zona norte y parte de la Patagonia se tiñen, como la emblemática Santa Cruz.

 

Se insiste con un modo de ver las cosas: que si Cambiemos logra 35% significa que el 65% del electorado está en contra. Que “la mayoría” es opositora.

 

Es un argumento falaz, que también se lo plantearon al kirchnerismo, que peor aún, perdió en las elecciones de medio término de 2009 y 2013.

 

Hay dirigentes que sueñan con la reunión del “panperonismo” en Diputados, por ejemplo. También hacen números: llegarían al quórum propio de 129 legisladores. Pero es una fantasía: Sergio Massa avisó que no tiene ninguna intención de volver al PJ, menos de fusionarse en la Cámara baja.

 

El cristicamporismo retendría —con los que ingresarán en diciembre— al menos 60 diputados fieles (hoy el bloque del FpV suma 70). Está claro que el peronismo seguirá dividido: hoy ya existe el bloque Justicialista, con módicos pero relevantes 17 integrantes, escisión del FpV de principios de 2016, obedeciendo a la lógica “de los gobernadores”. Los mandatarios provinciales han podido esta vez armar sus propias listas sin la lapicera de Cristina (que sólo digitó en Buenos Aires).

 

Se espera que crezca ese “peronismo dialoguista” en Diputados, acaso con una bancada de medio centenar de legisladores en un armado “federal” que imaginan los gobernadores.

 

La división se dará —ya lo anticipó Pichetto— en el Senado. El rionegrino defendió la impronta dialoguista de la mayoría de su bancada. CFK —todo indica— entrará averiada si sale segunda, detrás del macrista Esteban Bullrich. No logrará encolumnar al peronismo detrás de su liderazgo antes indiscutido.

 

El peronismo se prepara para un retroceso: perdería la mitad de los quince senadores que pone en juego, que los ganaría Cambiemos, llegando a una bancada de 22 miembros, más aliados.

 

Como sea el oficialismo no tendrá mayorías propias y seguirá primando la lógica de la negociación de las leyes clave, como se vio desde diciembre de 2015.

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